Hace dos años y medio me atreví a tomar una decisión profesional que llevaba tiempo rondando mi cabeza. Trabajar en la función de Gestión de Personas. Era una idea recurrente que comenzó a tomar forma durante una etapa profesional en la que colaboré más de cerca con esta función.
Las personas siempre me habían interesado: las motivaciones, las ambiciones, los miedos, los sesgos, los valores, los principios, las experiencias… todo ese crisol de aspectos que componen a un profesional, y ¿por qué no decirlo? A una persona.
Así que en junio de 2015 logré un objetivo vital, me atrevería a afirmar. El cambio, aunque sea elegido, supone ELEGIR una senda. Decidir coger el lado izquierdo o derecho de la “Y” y al tiempo… volver a decidir. DECIDIR, ese es el comienzo de todo. Hoy, tras dos años y medio quiero compartir con ustedes las fases por las que he pasado.
UN PASEO POR LAS NUBES
Bien, volvamos a junio de 2015. En ese momento me sentía como Penélope Cruz ganando el Óscar por “Vicky, Cristina, Barcelona”, como Mireia Belmonte batiendo el récord del mundo, como Rafa Nadal ganando su décimo Roland Garros. ¡VAMOS! En esos días el mundo era más bonito, tenía un color distinto y yo fluía como una mariposa por una pradera de amapolas. Feliz como una perdiz. Había logrado dar un giro a mi carrera profesional, escuchar al corazón (olvidarme un poco de la razón) y darme la oportunidad de optar por hacer algo que creía que podía hacer bien y me ilusionaba. Había ido proactivamente a por ello y lo había logrado.
ANNAPURNA
Pasados esos días de subidón total, me encontré con una función a desarrollar. La dirección de la función quería dar un giro radical a cómo se estaban haciendo las cosas. Se puso a la persona como motor de la organización. Creando la figura del HR Business Partner para acercar la función a los profesionales.
Es una idea que comparto, pero recuerden que yo era nueva en esto. Lo positivo de los cambios elegidos es que vienen acompañados de una motivación inusitada… Leía artículos sobre liderazgo, sobre gestión de equipos, leía blogs, reflexionaba sobre mi propia experiencia como “usuario” de la función de Gestión de Personas, reflexionaba sobre el papel del manager, del HR BP, etc. Supliendo con mucha voluntad, ilusión e intuición mi falta de experiencia como profesional en Gestión de Personas y su trato cercano y personal.
Sabía que el reto era grande sin embargo era consciente que mi ejemplo también era poderoso para explicar la importancia de tomar las riendas de tu propio desarrollo y para demostrar que los equipos diversos funcionan y dan resultados.
El RUBIUS
La energía volcánica inicial lentamente fue dando paso a, digamos, “una eficiente gestión del recurso innato”. Fui consciente de una cosa: NO HAY POR QUÉ HACERLO TODO HOY.
Una vez que se supera la luna de miel, empiezas a atisbar lo que puede ser el día a día. Y la complejidad de la gestión de las personas es la primera señal. Y aquí me di cuenta de que debía lidiar con 4 grupos: los “haters”, los “lovers”, los “cri, cri” y los “followers”.
Los haters: son aquellos que ni creen ni creerán en la función. Están por toda la organización. Es decir, que pueden ser directivos, gestores de equipo o profesionales individuales. Son los huesos duros de roer, los que están “sordos” al mensaje de cambio de mentalidad.
Los lovers: en oposición a los anteriores son aquellos que creen en la función. Incluso me atrevería a decir que hasta les gustaría trabajar en ella. Yo era (y soy) una de ellas. Comprenden la importancia del desarrollo personal, del hacerse cargo de su propia carrera profesional y de la voluntad inigualable de querer crecer como personas.
Los cri, cri: estos son una incógnita. Son personas que no conocen la función y en cuanto hablas con ellos y se lo explicas, comienzan a salir de su cascarón. Te puedes llevar gratas sorpresas. No todas lo logran pero merece la pena intentarlo
Los followers: son aquellos que se suben al carro según el nivel de influencia al que estén sometidos por los “haters” o los “lovers”.
Cuando reflexiono sobre esta clasificación, no puedo dejar de pensar en el Rubius. ¿El HRBP debería ser un influencer?
QUÉ HE HECHO YO PARA MERECER ESTO
Poner en marcha un giro de timón en la estrategia de una función se parece más a la subida del Angliru que a la AP-6. Para ser sincera, esta afirmación la sabía de manera racional pero no de manera emocional. Me explico, una cosa es saber que el agua moja y otra es calarte hasta los huesos. Saber no es vivir una experiencia, por el contrario, vivir una experiencia es saber.
Tras el torrente de energía y su correcta canalización, transitamos y avanzamos en lo que los ingleses llaman BAU (Business as usual) Entre ustedes y yo, “el día a día”. ¡Ah! Pero yo era novata, ¿qué significaba “el día a día”? Significaba el cumplimiento de los procesos internos, las labores administrativas, la gestión de los conflictos, el “pastoreo” para cumplir con los procesos de la función, las reubicaciones, las “bolsas”, las comparaciones, las ausencias a los cursos. Ese sopapo de realidad que hizo que la pradera de amapolas fuera lentamente salpicándose de cardos borriqueros.
Y entonces, empezaron las dudas. Si, si, las DUDAS. Esa voz en off, ese diablillo con su tridente, ese Darth Vader que te susurra al oído: ¿por qué te cambiaste, con lo bien que estabas antes? ¿para qué meterte en este lío? Según pasa el tiempo, se incrementa la frecuencia y el volumen y una gota de sudor asoma por tu frente. A ese momento yo le llamo: “PÁNICO EN EL TUNEL”.
Y quieres apearte. Quieres que el mundo pare. Quieres rebobinar y volver a sentirte como una mariposa revoloteando por tu pradera de amapolas. Si, si, ¡“tu pradera de amapolas”! Y mientras experimentas todos estos sentimientos suena de fondo la canción de Sabina: “quién me ha robado el mes de abril, ¡cómo pudo sucederme a mí!»
CAMINANTE NO HAY CAMINO, SE HACE CAMINO AL ANDAR
Como les decía al principio, decidir es el comienzo de todo. Así que tras casi perder la saliva lamiendo mis heridas, tras casi perder la sonrisa en favor de un puchero constante, DECIDÍ que debía invertir la balanza.
Y ¿qué hice? Empezar a escuchar al angelito bueno, al Pepito Grillo que todos tenemos o a la voz de la conciencia (que siempre tiene la voz de nuestra madre). Llámalo X. Es esa poderosa fuerza interior que, si la dejas actuar, limpia tu alma y cerebro de nubes negras. Básicamente te pone en tu sitio. Ese sitio desde el que emergí como un Ave Fénix tras clarificar mi mente y recordar las razones por las que quise embarcarme en esta aventura. Pero con un nuevo enfoque, QUERIENDO disfrutar del CAMINO.
Desde la liberación que genera tomar decisiones, les puedo también asegurar que soy plenamente consciente de que volveré a pasar por estas fases en las futuras decisiones que tome. Cómo sea esa experiencia sólo dependerá de mi decisión de aprender y de crecer como persona.
Como decía Machado: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”. Y yo añado, tras mi experiencia, “¡DECIDE! para poder hacer el camino”.
1 comentario en «Yo cambio»
Querida Ane,
mi personal pasión hacia la gestión de personas, el maravilloso mundo de los RRHH , hace que me haya enganchado directamente con tu historia y me sienta muy emocionada de saber que el cambio es posible……..la decisión es lo que importa y que nunca nadie la va a tomar en tu nombre………gracias!!!
Yo también inicié un camino de desarrollo y crecimiento personal hace dos años y medio y siento que el momento está cada vez más cerca….lo que ocurre es que el camino a veces se oscurece con las sombras de lo conocido y no sé lo suficiente y ahora qué estudio y blablabla……
Si me pudieras dar un chispazo de luz………jajajaja por DIos dime algooooo!!!
Un abrazo de parte de una humilde servidora.
Virginia (enriguille@yahoo.es//616146666)
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