A pesar de que la mayor parte de los puestos de responsabilidad en España están cubiertos por hombres -un 63 por ciento-, muchas mujeres tienen claro que están igual de capacitadas para ocupar esos cargos. Otras, por el contrario, todavía dudan de poder llegar a convertirse en excelentes líderes.
“Liderar requiere humildad y flexibilidad, determinación y confianza. Los puestos de responsabilidad se ganan con experiencia y conocimientos, pero liderar es otra cosa. Y, para eso, hay que prepararse”, explica la directora de la consultora Gender Capital, Mercedes Wullich.
En los talleres de liderazgo femenino que imparte todos los meses, ve cómo muchas mujeres tienen como referentes de líder a hombres. “El hecho de que un alto porcentaje de personas, incluidas nosotras, piense en hombres cuando escucha la palabra ‘líder’ es solo una de las señales de que, en el imaginario colectivo, las mujeres están más lejos de verse como tal”, señala Wullich.
Es evidente que el ascenso de las mujeres a nivel laboral es más complicado. “Algunas trabajadoras recurren a mis talleres porque son conscientes de que, desgraciadamente, la brecha de género hace que su experiencia y conocimientos no sean suficientes. Quieren conocer las claves para liderar sin complejos”, añade.
Pero, ¿cuáles son las características indispensables en las que las mujeres deben trabajar para llegar a ser líderes? Mercedes Wullich lo tiene claro:
1. Lobby femenino. Uno de los mayores errores que se pueden cometer es subestimar las conexiones. Un buen network es imprescindible y puede marcar la diferencia en los objetivos y resultados. Ejercitar el lobby femenino les ayudará a consolidar aquello que son y tenderán puentes para cruzar a donde quieran llegar.
2. Confianza. La duda es inevitable e incluso positiva porque nos ayuda a reflexionar y a descubrir nuevas perspectivas. Sin embargo, la confianza es vital y hay que fortalecerla: cuando tomamos una decisión, debemos creer en ella. “La confianza es el carbón que alimenta los sueños y objetivos, especialmente en momentos complejos o cuando las cosas se tuercen”, explica la experta.
3. Planificación. Aunque la prisa y la presión hacen que el trabajo se realice de forma precipitada, lo ideal es planificar todo lo que pase por nuestras manos. Tener el foco claro es fundamental porque potencia la fuerza y acorta los tiempos, especialmente cuando el plazo de entrega es breve.
4. Determinación. “La determinación es, quizás, lo que las mujeres debemos trabajar más”, afirma Wullich. “Cumplimos variedad de roles, tenemos infinidad de preocupaciones y convivimos con estereotipos en una sociedad que ha sido educada según ciertos patrones. Eso nos empuja a quitarnos del camino, por ello debemos resistir y seguir adelante”, prosigue.
5. Constancia. Es normal que las cosas no salgan a la primera, así que hay que ser constante en el trabajo y no tirar nunca la toalla. Es una virtud poco valorada, pero es la que muchas veces marca la diferencia.
6. Pragmatismo. Tener metas es sano y nos motiva para seguir adelante. Sin embargo, el pragmatismo es también una cualidad indispensable. “Creo que los líderes sueñan, pero también son pragmáticos. No dan excesiva importancia a los problemas, porque encuentran en ellos oportunidades”, revela Wullich. Hay que sacar pecho frente a la adversidad y usarla como trampolín para impulsarse.
7. Flexibilidad. Al escuchar la palabra “jefe” o “jefa”, solemos imaginar a una persona seria y disciplinada. Alguien a quien, más que respetar, temer. Esto se debe a que muchos altos cargos no admiten sus errores o no tienen en cuenta los consejos de su equipo “Liderar es también equivocarse sin ruborizarse, saltarse las normas, compartir nuestra visión, ser flexible y pedir ayuda y opinión, tantas veces como sea necesario”, puntualiza la directora de Gender Capital.
“Aunque parezca que todas estas cualidades solo benefician a quien lidera, el ejercicio diario, termina, siempre, haciendo bien a quienes le rodean. Saber escuchar o planificar bien un proyecto, terminará mejorando no solo los resultados, sino también el ambiente de trabajo que se vuelve motivador e inspirador”, concluye Mercedes Wullich.
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