Uno de los desafíos más interesantes y enriquecedores que tiene el mundo de la formación es el desarrollo individual. En mi opinión, este tipo de proyectos tienen el encanto de plantear un nivel de exigencia enorme, a la vez que permiten observar muy de cerca los resultados. Se trabaja en un terreno formativo de realidad absoluta, existe la satisfacción de aportar soluciones de verdad a una persona, y además, es donde resulta más evidente el retorno de la inversión de la empresa cliente.
En más de quince años que llevo trabajando en desarrollo individual, desde mi certificación como Coach ontológico por Newfield Network, he comprobado desde muy de cerca, cómo las personas se enfrentan a desafíos de aprendizaje, tanto en casos de promociones o cambios de rol, como de alto potencial. Aún más en proyectos de desarrollo relacionados con mejora de adaptación persona-rol.
Y lo que me parece más importante, he aprendido que el desarrollo individual en la empresa, exige un abordaje multidisciplinar y estructurado, combinando metodologías de coaching, mentoring y formación, con sistemas de información y comunicación al servicio del participante.
Además, lo más habitual es que en estos casos nos encontremos con bastante urgencia, que estén implicadas personas importantes para la organización, y que además el impacto previsto sea relevante. Aquí los experimentos no valen.
Estos proyectos se parecen mucho a un viaje de cierta extensión/dificultad en el tiempo y/o en el espacio, y hay cuatro condiciones que nos dan más posibilidades de éxito. ¿Cuáles son esas condiciones?
- Un proyecto sólido para abordar algo complejo. Objetivos individuales de desarrollo, hoja de ruta, fases, metodologías de desarrollo, serán instrumentos y recursos de navegación fundamentales. Cualquier viaje requiere movimiento, pero llegar a donde uno desea, exige planificación y estructura.
- Adaptación al viajero y al viaje. Igual que cada persona es diferente, no hay dos situaciones idénticas. Personalización del caso (persona, situación, objetivos), para una foto precisa del punto de partida y del destino elegido.
- Un equipo de soporte al servicio del viajero. Mucho más allá de aportar al viajero simplemente un buen compañero de viaje. Ponemos un verdadero equipo multidisciplinar a disposición del participante, más puntos de vista, perspectivas y competencias.
- Sistemas de apoyo y soporte cercanos al participante. En el siglo XXI disponemos de sistemas de información, coordinación y comunicación que permiten trabajar grupalmente un desafío complejo. No basta con una mochila, la resistencia y la fuerza de voluntad del viajero.
Estas cuatro condiciones se desarrollan en ocho principios de actuación que rigen nuestra manera de abordar proyectos de Learning Challenge.
1. Incorporamos un diagnóstico basado en entrevistas y una medición competencial fiable.
2. Trabajamos desde objetivos de desarrollo alineados con la empresa cliente, e incluimos un PDI online con su hoja de ruta (objetividad y fiabilidad).
3. El viajero tiene detrás a un equipo profesional multidisciplinar, que le aporta más competencias y perspectivas.
4. Además de sesiones presenciales, incorporamos videoconferencia, tlf, chat, email. Más cercanía y disponibilidad.
5. Realizamos un contacto semanal multicanal. Mejor seguimiento y cercanía.
6. Trabajamos sobre ciclos de trabajo trimestrales, para asegurar evolución y avances.
7. Llevamos registro y control de todo en proceso, así como seguimiento con la empresa cliente. Alineamiento y transparencia.
8. Nos apoyamos en facilitadores internos para asegurar resultados.
Como dice Joseph Campbell, lo más importante del viaje es la vuelta a la realidad del viajero, por que el viajero ya no es el mismo, que es justamente lo que pretendemos. Se trata de que el viaje de Learning Challenge aporte al participante recursos y elementos que le hagan más capaz frente al desafío profesional al que se enfrenta.
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