Hace 10 años, pocos (si es que hay alguno) se hubieran atrevido a predecir la eclosión que estamos presenciando en la economía «colaborativa», de la mano de plataformas como Uber o Deliveroo.
Su extraordinaria velocidad de penetración ha puesto encima de la mesa un problema -la uberización del empleo- que aún tardará un tiempo en resolverse. Y, como todo buen problema, es contemplado indistintamente como fuente de amenazas o de oportunidades, según quién lo mire.
Pero lo que no se cuestiona es que estas plataformas, y su forma de operar, traen un cambio, una evolución en la forma que los usuarios tenemos de contratar servicios. Y también en las posibilidades que tenemos todos nosotros, cada uno dentro de sus capacidades, para prestarlos.
Y las ventajas o perjuicios de esta evolución, van a depender en buena parte de la capacidad del sistema administrativo para entender y regular adecuadamente esta nueva realidad económica.
Porque esto no ha hecho más que empezar. Y quizá valdría más dirigir (digerir y dirigir) el cambio, antes que intentar oponerse sin mucho sentido.
Además, este cambio ofrece muchas posibilidades que, bien orientadas, deberían mejorar la empleabilidad, la calidad de vida, la habilidad para encontrar trabajo e incluso el salario y disponibilidad de tiempo de muchos profesionales.
De hecho podemos analizar tres grandes ventajas que las plataformas de economía colaborativa traen al empleo. Son las siguientes: (1) la apertura de un canal directo entre oferta y demanda; (2) la racionalización y la transpariencia de la interacción oferta – demanda; (3) la oportunidad de regulación inteligente.
CANAL DIRECTO OFERTA-DEMANDA.
Para empezar las plataformas de economía colaborativa que realmente lo son, ponen al alcance de los profesionales un canal para llegar al mercado que, en este momento, no existe.
Y qué importancia tiene eso? Pues… Capital. Pongamos como ejemplo la plataforma de cuidadores familiados -ya que es la nuestra y la conocemos bien-.
Un cuidador tipo en familiados, es una persona que trabaja a tiempo parcial en una residencia u hospital. Ese trabajador tiene, típicamente un contrato que ocupa el 50% de su tiempo, sólo las mañanas, de lunes a viernes. Por tanto tiene horas disponibles para poner en el mercado y completar su sueldo. Pero ¿cómo puede hacer saber a la gente que le está buscando que está disponible?
Hasta hace dos años lo podía hacer a base de patear hospitales, residencias y asociaciones, y dejar sus datos allí. Con poca eficiencia, y sin ningún control sobre si realmente le recomiendan cuando alguien pide ayuda.
Desde hace dos años ese cuidador puede, alternativamente apuntarse en familiados. Con la ventaja de que familiados tiene usuarios, hace publicidad, y las personas que necesitan ayuda le van a encontrar en familiados directamente. Además sabe que cada vez que haya una oportunidad, le va a llegar, y que no tiene compromiso: podrá aceptar o declinar de forma individual, en función de su disponibilidad.
Esta forma de operar también es perfecta para profesionales que, en un momento concreto de su vida profesional, no están trabajando, pero les gustaría tener unos ingresos mínimos poder hacer cosas esporádicas. A través de plataformas como familiados pueden entrar al mercado y conseguir trabajos a su medida.
Y esto nos abre una ventana para ver cómo serán muchos trabajos en el futuro (y de hecho algunos lo son ya hoy, particularmente los de profesiones vinculadas al ámbito de la tecnología, como marketing digital o diseño web). Plataformas de profesionales donde cada empresa propone un proyecto y se apuntan aquellos a los que les encaja trabajar en él, por disponibilidad, habilidades e interés.
Las plataformas darán acceso a empresas y particulares a los recursos que necesiten, cuando los necesiten. Buenos profesionales a los que se puede contactar directamente, eliminando intermediarios. Mejor precio, más flexibilidad, más control, más opciones, y la seguridad de que están pagando a quien quieren, por el servicio que quieren.
Obviamente esta evolución sólo se podrá dar si, por parte de la demanda, se observan ciertas reglas básicas. Habrá que pagar un precio justo, que permita a los profesionales vivir dignamente, con seguridad, y seguir desarrollándose durante toda su carrera. Cómo hacerlo, que se puede, sería material para otro artículo(s).
RACIONALIZACIÓN Y TRANSPARIENCIA
La segunda gran ventaja de las plataformas tanto para usuarios como para cuidadores, es la racionalización y la transpariencia.
Siguiendo con el ejemplo de familiados, cuando una familia busca un cuidador para que les ayude con un dependiente, está buscando un determinado perfil. En una plataforma como familiados pueden econtrar una oferta agregada (muchos profesionales en un formato en el que sus habilidades se pueden comparar) y pueden establecer sus propios criterios de discriminación.
Habrá usuarios a los que les interese alguien con más experiencia, o con una formación determinada, pero habrá otros a los que lo que más les importe sea el precio. Sea como sea, la plataforma les ofrece la posibilidad de comparar y elegir lo que más se adecúe a sus necesidades, con todos los datos. Y desde el móvil. Justo cuando lo necesitan.
Particularmente reseñable entre las oportunidades de racionalización que se abren, es la racionalización geográfica del empleo. Hoy en día puede haber alguien de Leganés trabajando en, digamos, una residencia en Fuenlabrada. Y mientras tanto puede haber alguien de Fuenlabrada trabajando en un centro asistencial de Leganés. Y esas dos personas estarían -para puestos similares- mucho mejor trabajando al lado de sus casas.
Cuando alguien busca un servicio en una plataforma, ésta está diseñada para mostrarle a los prestatarios del servicio más cercanos a su posición, porque… ¿Qué sentido tiene que vaya una cuidadora desde Villaverde a cuidar a alguien de Alcobendas, si en iguales condiciones podría ir alguien de Alcobendas?
La racionalización geográfica del empleo es uno de los principales problemas de las grandes urbes: repercute directamente en el tiempo que pasan sus habitantes desplazándose al trabajo, en la contaminación, el estrés y eficiencia. Y las plataformas van a ayudar a solucionarlo.
Finalmente, en el apartado de transparencia, cuando un servicio se da a través de una plataforma, ese servicio queda registrado, con todos sus detalles. Se valora al prestatario y al receptor del mismo, se emiten opiniones, se paga online… Todo es transparente. Aflora una actividad económica que, antes de las plataformas, se daba en la economía sumergida.
Ahora sólo queda regularla bien para no estrangularla.
OPORTUNIDAD REGULATORIA
En tecer lugar, la existencia de las plataformas fomenta (posibilita, de hecho) la regulación de la actividad.
Es un hecho que los mercados muy fragmentados (transacciones cortas, no repetitivas, situaciones urgentes, contacto directo, falta de oferta reglada…), son difíciles de regular. Y eso sirve de excusa muchas veces para no hacerlo, dejando a prestatarios y usuarios sin la cobertura de un buen marco legal.
Alternativamente, la administración puede entrar a regular con su peor cara (lo que, por suerte no ocurre a menudo, pero a veces sí). Y se ponen en marcha leyes como el Régimen General de Empleados del Hogar que complican la vida de familias y trabajadores, obligándoles a realizar trámites complejos.
Trámites que sólo benefician, al final, a los intermediarios, ya que las familias tienen que recurrir a ellos para poder evitar lidiar con un trámite que ni entienden ni ven que les aporte nada. Trámites que, además, pueden ser entendibles para relaciones largas, pero que raramente solucionan las situaciones de relaciones puntuales, cortas o sobrevenidas.
En estas circunstancias, el afloramiento de la actividad a través de las plataformas, provoca rápidamente una toma de conciencia del volumen e importancia de la actividad a la que dan cobertura. Y esa toma de conciencia hace ver que esa actividad (que en muchas ocasiones ya se daba, irregularmente), necesita ser regulada.
Ahí están casos como el de Blabla car, Uber o Airbnb, cuyo desarrollo está provocando adaptaciones legislativas que llevarán, en breve, a una mayor protección de usuarios y prestatarios de los servicios. Además de aflorar una actividad que devenga los correspondientes ingresos para las arcas públicas.
Y esto sin que esas actividades sean nuevas. Es simplemente que ahora se ven, y como se ven, se regulan. Y eso hace que crezcan, sí, a veces de forma desordenada, sí, pero ya se ordenarán y reconducirán y, para cuando lo hagan, serán actividades mejores, más flexibles, mejor ordenadas, más racionales… Y legales. Ahora sí, legales.
AJUSTES NECESARIOS.
Para cerrar, una pequeña reflexión sobre los cambios que necesitamos para hacer esta transición de una forma ordenada y sacarle el mejor partido a la economía de plataformas:
(1) necesitamos una simplificación y digitalización de los trámites burocráticos para contratar. Necesitamos que cuando se contrata un servicio de 6 horas de un cuidador en un hospital, se pueda automatizar la generación del contrato del profesional, el alta y la baja en la seguridad social. Todo vía telemática sin intervención humana, automatizado y conectable a las webs de las plataformas para que pueda hacerse en menos de 30 segundos. Con seguridad, firma electrónica, y que funcione.
(2) necesitamos una figura de contratación y cotización que dé cobertura al trabajo por horas de los profesionales sin necesidad de darse de alta como autónomos. Cotizando por las horas trabajadas en cada caso. Con agregación trimestral y compensando la cotización que falte o sobre en cada caso. Idem con el IRPF.
(3) necesitamos dejar de cargar a las familias y particulares que buscan un servicio, con la penalidad de tener que realizar trámites de contratación como si fueran empresas. La familia selecciona y paga. Punto, ya tienen bastantes problemas. Lo demás lo tenemos que solucionar en el lado de la oferta. Las plataformas podemos ayudar para que eso ocurra.
La economía de plataformas está aquí. Y no para que esto se convierta en la ciudad sin ley: esto es una ciudad sin ley hoy en día en muchas actividades. Las plataformas brindan una oportunidad de ordenar y regular. De nosotros depende aprovecharla.
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