Estamos avanzando rápidamente hacia al futuro. La transformación de nuestro entorno que se va produciendo con los avances exponenciales en tecnología, y la forma en que ésta está modificando los hábitos de las personas, también se ve reflejada en las empresas, donde se está configurando un nuevo entorno empresarial: mercado global, nuevos modelos de negocio, nuevas profesiones, nuevas formas de trabajar, nuevos modelos de comunicación, de relaciones, cambios radicales en la forma de entender los negocios… El objetivo de las empresas ya no es solo maximizar beneficios, se valora la preocupación por la sostenibilidad del negocio en términos ecológicos, medioambientales, sociales, etc.
Las empresas han de avanzar en este entorno complejo, requieren estar innovando continuamente, y para ello lo más productivo es que todas las personas de la organización puedan aportar valor, sean conscientes de que su talento es imprescindible para contribuir a generar lo que el mercado quiere o necesita. ¿Cómo repercute en la cultura de las organizaciones?
Las culturas han de evolucionar hacia una cultura innovadora, es decir, las personas de la organización han de ser innovadoras: que aporten ideas, que se arriesguen a llevarlas a cabo y experimentar, la organización tiene que asumir que innovar se pueden cometer errores, e incluso son necesarios. Entender los errores como oportunidades para avanzar y aprender, en definitiva, personas con una mentalidad abierta para que ésta no sea un límite en la creación de valor.
Se conoce como innovación laboral las nuevas formas de trabajar. En estos modelos de trabajo, que ponen en el centro de la organización a las personas, se reconoce que son el activo más importante, y para que sean innovadoras necesitan un contexto y espacio con margen de maniobra. La cultura de la empresa ha de pivotar hacia el empoderamiento de los empleados promoviendo que sean activos aportando su talento.
La tecnología y la incorporación de los jóvenes nativos digitales también tienen mucha influencia en esta evolución. Las comunicaciones de cualquier empleado sobre su organización pueden tener una gran repercusión, favoreciendo o no a la empresa. Ahora la comunicación está al alcance de todos y las reglas del juego son otras.
Los departamentos de recursos humanos tienen grandes retos por delante: acompañar a la organización en una transformación de cultura, poniendo las personas en el centro, teniendo en cuenta las diversas generaciones que conviven con estilos y formas de pensar diferentes, la digitalización, cómo la tecnología está modificando la forma de relacionarse y comunicarse, los canales de comunicación que muchos, ahora, no son controlados por la empresa. Y todo ello, además, consiguiendo que el talento aflore en innovación constante.
¿Cómo puede una organización transformar su cultura hacia una cultura innovadora? Promover el intra-emprendimiento, establecer relaciones de colaboración con otras empresas, co-crear con empresas start-up, son algunos de los modelos que buscan aflorar el talento en la organización. En una organización consolidada y con una cultura arraigada hay que movilizarla, tanto con acciones internas como con relaciones externas para facilitar esa transición organizacional.
El intra-emprendimiento consiste en posibilitar que cualquier empleado de la organización, independientemente de su posición, pueda proponer y desarrollar una idea de forma interna o a través de sinergias con otras empresas. Las sinergias con empresas externas aportan, además de talento, nuevas formas de relacionarse, de realizar proyectos, de gestionar ideas.
Nutrirse de culturas innovadoras de por sí, como las start-ups, estructuras ágiles, flexibles, ausentes de protocolos y normativas, donde la comunicación es fluida y todos tiene un objetivo común, les proporciona una perspectiva diferente de la gestión profesional.
Co-crear proyectos con empresas que tienen otra cultura también es un elemento para introducir esa transformación, pues se está promoviendo generar nuevas relaciones y en consecuencia salir de los protocolos actuales generando así la posibilidad de establecer nuevas dinámicas que se incorporen en la organización.
Estamos viviendo una auténtica revolución, y cada organización tiene que decidir cuál es su futuro, teniendo en cuenta que, sea el que sea, ese futuro necesitará innovar y, en consecuencia, una cultura innovadora para que sea una realidad sostenible.
La cultura innovadora es iniciar un camino sin retorno, donde las reglas de juego están cambiando tan rápido, que lo que sabemos de poco nos sirve, pues en breve será obsoleto. Debemos convertimos en eternos aprendices y modificar nuestra mentalidad para estar abiertos a asumir, entender, aprender e innovar, y de esta forma abrazar el futuro con garantía de formar parte de este nuevo mercado laboral y social que se está configurando.
Cada empresa en función de su tamaño, cultura y objetivos de futuro deberá emprender el camino de transformación en el mínimo tiempo posible.
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