¿Y si resulta que soy el último en enterarme de que han trasladado a Pinocho al país de nunca jamas? La verdad es que se me antoja más difícil la ausencia de Pinocho en la empresa que no enterarme en la edad de la hiper comunicación de la huida de nada menos que dos mil empresas de Cataluña.
Como si se tratara de la segunda parte de la película “La Gran Evasión”, dos millares de empresas han decidido trasladar su sede social fuera de un territorio en un plazo inferior a un mes y con declaraciones expresas de divorcio permanente. Sin duda, nos encontramos ante una tragedia sin griegos en el corazón del mediterráneo.
En tertulias de café y en mentideros varios, la pregunta recurrente y ácida en nuestro sector trata de dibujar el futuro del empleo en Cataluña en los próximos años. Los efectos macroeconómicos a corto plazo son caídas en la contratación, paralización de inversiones, rotura de las métricas de exportación vía turismo y disminución del consumo.
Por su parte, a nivel micro las inmobiliarias sonríen en Madrid, con incrementos del 15% en la demanda de pisos, los colegios se preparan para recibir nuevas solicitudes en marzo y los empleados temen el efecto arrastre del traslado de domicilio de tantos directivos. Es de suponer que “Pepita Pérez”, miembro de un Consejo de Administración, cambiará su residencia en primer lugar, consumirá el AVE Madrid – Barcelona en su versión ida y vuelta unos meses, pero finalmente, provocará un efecto arrastre de ciertas barrios y ciudades, bien sea por traslados departamentales, bien sea por la creación de nuevos proyectos en lugares más tranquilos. Tener a tu equipo cerca parece una línea de gestión de primer mes de MBA.
Sin embargo, la incertidumbre es amplia en esta tesis y en sus tiempos de desarrollo, no son un deseo sino un juego de probabilidades sobre el futuro, y nos lleva a pensar en que los departamentos de recursos humanos y comunicación interna deben regular un sistema de gestión de crisis que incluya a todos los empleados, toditos todos. La rumorología está inmersa en nuestro ADN mediterráneo, Pinocho no es el único ideólogo del bulo corporativo y “camera café” no debe ser el nodo corporativo de comunicación interna.
¿Es verdad la comunicación del comité de empresa de Seat sobre las llamadas monárquicas a la dirección, promoviendo la deslocalización inmediata de sus fábricas? ¿La foto tuitera e intagramable de nuestra sede siendo coronada por una bandera es actual o pertenece al campeonato de petanca del año pasado?
En realidad, el canal debe diferenciarse según quien es el “buyer persona”. Las redes sociales son públicas, por lo que su utilización debe ser reputacional, más orientada al denominado “público pez”, la masa inconexa que puede estar escuchando en situación de parcial desidia. Sin embargo, los canales sociales pueden provocar equívocos y alimentar malentendidos, ya que muchos perfiles no verificados y retuiteados por influenciadores inflan el globo de helio hasta la altura de la verdad incontestable.
Por el contrario una APP corporativa, con certificación de registro de empleado cual intranet, transmite contenido personalizado, mensajes claros con soporte audiovisual y desde luego control de métricas sobre el estado de interés y ánimo de nuestros empleados. Utilizar ambos canales, con distinto target humano para los mismos contenidos es como contratar a Pau Gasol para animar el partido de baloncesto patrocinado por la empresa y también el torneo de ajedrez. “total, ya que estamos…”
La APP corporativa permite pulsar como los impactos internos y controlados generan estados de ánimo o incertidumbre, los cuales se reflejarán en futuras desvinculaciones de talento y en movimientos interdepartamentales. La incertidumbre genera decisiones erráticas de los empleados y por eso debe minimizarse como objetivo primario en un plan de comunicación de crisis.
Los smartphones son ya un commodity desde que nuestras madres intentaron conseguir en su operador un teléfono para únicamente llamar y recibieron de premio un smartphone, un plan de datos y un whatsapp preinstalado para ver la foto de sus nietos. Ya no es excusa el acceso al dispositivo para crear una APP corporativa.
La idea por tanto es sencilla, no todos nuestros empleados tienen mail o pueden consultarlo al instante, pero todos tienen móvil y están deseando enterarse de primera mano por un canal fiable, que Pinocho no busca casa en el país de nunca jamás sino que era su padre de alquiler, Gepetto, que la empresa no es monárquica ni republicana y que no se moverá de la zona franca porque son increíblemente buenos haciendo coches. Como expertos de recursos humanos, estamos obligados a comunicar con anticipación, de forma segmentada y a medir estos impactos. No hacer nada es administrar helio al bulo.
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