Abelardo Barbosa, el “Chacrinha”, (1917-1988), uno de los principales comunicadores de la historia de la radio y la televisión en Brasil, tenía razón cuando decía: «quien no se comunica, se embroma».
En la era mediática, la comunicación se ha convertido en un factor estratégico de vital importancia, con tendencia a la horizontalización, la intensidad, las redes sociales, y el posicionamiento en la mente de las personas.
Ella es un fenómeno antropológico – forma parte de la esencia humana, es histórico – acompaña al hombre desde su surgimiento en la tierra – y es social, pues somos todos comunicadores natos.
Escrito, oral, a través de los cinco sentidos, por la revolucionaria invención de la prensa por Gutemberg, en 1445, o por la multimedia, el conocimiento – agente de transformaciones – han circulado por las más simples y por las más complejas formas.
La realidad nos muestra que el gran desafío del ser humano reside en la tímida evolución de las relaciones interpersonales -el talón de Aquiles- de las organizaciones de todos los segmentos y portes. Se llega incluso a pensar que «la tecnología acercó las distancias, pero distanció las cercanías».
El autoritarismo de las jefaturas se presenta como el obstáculo mayor para la eficacia del intercambio de informaciones y experiencias.
En la religión encontramos referencias ejemplares, como la creación de la Congregación de la Propagación de la Fe, en 1622, por el Papa Gregorio XV. Las parábolas, contenidas en la Biblia Sagrada, son didácticas que Jesús utilizó para diseminar los principios del cristianismo.
Los incentivos motivacionales, la relación respetuosa y la simpatía sensibilizan a las personas, pudiendo agregar más valor que una millonaria campaña publicitaria. Concluyendo que la comunicación es como una flecha disparada, destacamos para reflexionar la frase del célebre líder pacifista hindú, Gandhi (1869-1948): «la verdad puede ser dura como el diamante o suave como la flor del cerezo».
¡Ah!, la sonrisa – la distancia más corta entre dos personas – sigue siendo imbatible en términos de comunicación humana.
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