Los últimos informes sobre empleabilidad del sector han arrojado cifras sorprendentes sobre la inminente necesidad de pilotos a nivel mundial. En concreto, fabricantes como Boing auguraba hace unos meses que la aviación comercial necesitará en las próximas dos décadas, 2 millones de profesionales entre pilotos, técnicos y auxiliares de vuelo. De ellos, tan solo Europa se necesitará 100.000 nuevos pilotos para cubrir la demanda de las compañías aéreas. En 2016 se obtuvieron en España 228 nuevas licencias de las 1.120 que se necesitaban y este año la situación puede ser más crítica.
Aunque a muchos, estas elevadas cifras pudieron sonarles pretenciosas, las pasadas semanas todos los medios de comunicación se hacían eco de la noticia de que una conocida aerolínea europea cancelaba 2.100 vuelos, entre el mes de septiembre y octubre por un error en la distribución de las vacaciones de sus empleados; para reconocer posteriormente que dejaría inoperativos 25 de los 400 aviones de los que dispone debido a diferentes condiciones adversas, lo que afectará a más de 18.000 vuelos. A estas declaraciones oficiales, la prensa añadía que se había producido una masiva fuga de pilotos hacia empresas de la competencia con mejores condiciones laborales.
Con esto, unos 800.000 pasajeros han visto cancelados sus vuelos. Debido a el trastorno que supone, las asociaciones de consumidores no han tardado en reaccionar, recordando las indemnizaciones a las que tienen derecho ante este suceso. El coste económico y de imagen para la compañía aérea es difícil de calcular, pero con seguridad alcanzará cifras muy elevadas.
Para entender la actual situación tenemos que remontarnos a los pasados años, en la que cientos de pilotos europeos, entre ellos muchos españoles, se quedaron sin trabajo. La bajada del turismo y de las exportaciones produjo reajustes de plantilla e incluso el cierre de algunas compañías españolas. Esta situación empujó a nuestros pilotos a emigrar a China, Hong Kong o Emiratos Árabes. Una vez establecidos allí, donde los sueldos son sustancialmente más elevados y muchos de ellos, atados por un contrato de permanencia de al menos 5 años, la vuelta inmediata o a corto plazo se estima compleja.
Desde el año pasado, la paulatina recuperación del sector aéreo europeo está superando las previsiones más optimistas. La demanda de vuelos está creciendo por encima de la propia recuperación económica, animada especialmente por el incremento del turismo y la reducción de costes, gracias a la bajada en el precio del petróleo. La crisis en las aerolíneas ha llegado a su fin.
Ante el crecimiento de número de vuelos de las compañías, la ampliación de rutas de algunos operadores y la dificultad de regreso de profesionales experimentados del extranjero, la opción de apostar por la formación de nuevas promociones parece la única salida a corto plazo, ya que un piloto de línea comercial puede obtener la licencia en dos años.
España cuenta con escuelas privadas con amplia experiencia, grados universitarios como los de la Universidad Politécnica de Madrid y la Universidad de Alicante y unas condiciones meteorológicas incomparables que facilitan la realización de horas de vuelo, como para convertirse en un referente formativo a nivel internacional. Una oportunidad que sin duda debe ser aprovechada.
A esto se une, que los requisitos para iniciar los estudios encaminados a conseguir la licencia de piloto de transporte de línea aérea, son ser mayor de dieciocho años, estar en posesión de un título de Bachillerato o equivalente, pasar una exigente revisión médica y contar con un nivel alto de inglés, aunque las principales escuelas cuentan con cursos intensivos de este idioma para obtener la certificación exigida por la normativa europea. Características todas ellas que cumplen millones de jóvenes en toda Europa.
Por otro lado, la barrera económica que ha supuesto tradicionalmente la formación privada, debido al alto coste de las horas de vuelo, está siendo afrontada por el sector formativo aeronáutico gracias a acuerdos con entidades bancarias a través de créditos en condiciones preferentes, debido a las garantías laborales y las bandas salariales que ofrece en estos momentos, esta profesión.
Actualmente, esta titulación se puede obtener a través de cursos integrados conocidos como ATPL –Airlines Transport Pilot License– que incluyen las clases teóricas y las 158 horas de vuelo mínimas exigidas por la normativa, (aunque los centros más prestigiosos suelen incorporar cerca de 200 horas). También es posible obtener la licencia mediante cursos modulares, que el alumno adapta a sus necesidades o a través de grados universitarios de cuatro años de duración, donde se añade una capacitación en áreas de gestión dirigida a la capacitación para dirigir compañías o aeropuertos. Así mismo, en nuestro país es posible la formación teórica por sistema on- line, en la que el alumno solo tiene que realizar presencialmente el examen final.
A la hora de escoger una escuela, el alumno debe priorizar la experiencia y solvencia de la misma, la flota de simuladores y aeronaves, la capacitación del profesorado y el número de horas de vuelo ofertadas.
Una vez obtenida su licencia, la incorporación al mercado laboral se inicia como copiloto, con un sueldo a partir de los 2.600€ por 85 horas de trabajo mensual, cifra a la que hay que sumar las posibles horas realizadas a mayores, pasando en unos dos años a superar los 3.000€ al mes y a los 6.000€ al llegar a comandante. A partir de ahí, el mercado marcará las bandas salariales.
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