Dicen que vivimos demasiado y que cada vez viviremos más. Los últimos informes afirman que la esperanza de vida a nivel global para una persona nacida en 2016 se sitúa hoy en 75,3 años para las mujeres y 69,8 años para los hombres.
El próximo domingo 1 de octubre es el día internacional de las personas de edad y esto será solo unos días después de conocer que los hombres y mujeres españoles viven de media diez años más que la población mundial, según los últimos datos de un estudio publicado por la revista The Lancet.
España se encuentra entre los países del mundo con una mayor longevidad y ello plantea numerosos interrogantes: si en nuestro sistema de pensiones, entran más pensionistas de los que salen y cada uno que entra está más tiempo jubilado que el tiempo que ha estado el pensionista que se va… ¿sobrevivirá nuestro sistema de pensiones? ¿Cómo afrontarán las personas mayores esos años concedidos de más? ¿En qué condiciones los viviremos? Cabe dudar que el Estado de Bienestar, tal y como está hoy planteado, pueda mantenerse a largo plazo.
Por esta y otras razones, han ido surgiendo nuevas medidas desde diferentes ámbitos para hacer frente a este escenario que se nos plantea.
Desde una perspectiva jurídico laboral, se llevaron a cabo múltiples reformas de la legislación para retrasar la salida del mercado laboral de los profesionales con el fin de lograr una balanza positiva en las arcas públicas. Se estableció así la nueva edad para acceder a la jubilación total en 67 años, se facilitó el disfrute de las modalidades de jubilación flexible y parcial y por el contrario se penalizó la jubilación anticipada.
Desde el ámbito empresarial, son numerosas las compañías que han incluido la gestión del envejecimiento de sus profesionales en su hoja de ruta y es que, según las últimas previsiones, en los próximos 25 años la población mayor de 50 años en España será el 30% de la fuerza de trabajo.
Las empresas tendrán que asumir, en palabras de Alfonso Jiménez, Socio Director de PeopleMatters, que van a envejecer, que van a tener que gestionar personas más mayores, que las vidas laborales se ampliarán, que habrá que batallar por el talento joven y que habrá que comprometer y formar a profesionales seniors.
Desde una perspectiva social, ¿estamos preparados para vivir esos 10 años de más que los avances de la medicina nos van a conceder? En España, la esperanza de vida media después de los 65 años, es de 19 años ¿Cómo se espera que vamos a vivirlos?
Varios fenómenos como la falta de comunicación entre generaciones, el temor ante el desconocimiento de las tecnologías, la dificultad para adaptarse a los cambios experimentados en la sociedad en general y la cada vez más carencia de descendientes suele propiciar un sentimiento de soledad en los mayores.
Las numerosas formas de economía colaborativa surgidas como consecuencia de la crisis económica vivida en nuestro país (Airbnb, Wallapop, BlaBlaCar, etc.), se ha extendido al colectivo de personas de edad, comenzando a ganar adeptos una nueva forma de convivencia entre mayores: el Cohousing Senior.
Se trata de comunidades promovidas y gestionadas por sus propios residentes, quienes diseñan de forma intencional el espacio físico con amplias zonas comunes que permiten ofrecer aquellos servicios demandados habitualmente por este colectivo: fisioterapeuta, actividades al aire libre, comedores, servicios médicos, etc.
En el segundo país más envejecido del mundo por detrás de Japón, el cohousing supone «la creación de espacios que propician el envejecimiento activo y combaten la dependencia», afirma Jose Luis Suárez, Ceo de Cohousing, quien añade «son los residentes quienes dedican cómo, con quién y de qué forma quieren vivir su jubilación, de una forma digna, activa, independiente y saludable».
Las ventajas de este modelo son claras: autonomía, control sobre la propia vida, participación en las tareas comunitarias, flexibilidad y adaptación según los deseos de la comunidad, inclusión social, independencia, entre otras muchas.
“Queríamos envejecer junto a nuestros amigos. Hemos tenido la experiencia amarga de nuestros padres, hemos visto cómo en su vejez estaban muy solos. Aquí es al revés: lo difícil es cruzar un pasillo y no hablar con alguien, lo difícil es que no haya nada que te apetezca hacer”, explican José María y María Dolores, ambos viven en un cohousing en Salamanca.
Esta iniciativa permite un envejecimiento con éxito, con una elevada calidad de vida y en compañía y es por ello por lo que el proyecto está siendo exitoso, y hoy se está aplicando en distintas regiones del mundo, y específicamente en nuestro país lo encontramos en ciudades como Barcelona, Madrid y Cantabria.
En próximos años veremos cómo surgen iniciativas de distinta índole para dar respuesta a esta nueva etapa vital que sin duda hará que adoptemos distintos estilos de vida y que desde las empresas en muchos casos se podrán apoyar por una doble vía: proporcionando servicios de asesoramiento para planificar nuestro futuro y con programas de salud que nos ayuden a un envejecimiento activo.
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