No podemos negar que la actual situación migratoria responde a un cambio más profundo derivado de los cambios geopolíticos y tecnológicos de las últimas décadas. Si bien ahora es cuando las empresas estamos afrontando las consecuencias políticas y migratorias de esta profunda transformación.
Si analizamos lo ocurrido, podemos situar el comienzo de este cambio en un hito económico que perfectamente reflejó un titular del Financial Times en 2004: China supera por primera vez a US. No es el primer titular de esta índole del Financial Times a lo largo de la historia. Ocurrió anteriormente con Reino Unido y Estados Unidos, pero han tardado 50 años en haber un cambio en el orden mundial.
Desde 2004 nos enfrentamos a una nueva revolución que difiere de las anteriores en su extensión, profundidad y rapidez. Pero además, nos encontramos ante una situación de vacío de liderazgo a nivel mundial. Estados Unidos se ha retirado en los últimos meses rápidamente de la primera línea -en asuntos de defensa, cultural, económico o migratoria-, y China, la única potencia que tiene la capacidad de recoger el testigo, no quiere aún asumirlo.
Ante este vacío de poder surgen figuras individuales dominantes sin un plan claro de futuro ni para la Unión Europea ni para el orden mundial. Trump, Putin, o incluso dentro de la Unión Europea se ha generado en ciertos países un gran desafección por parte de la población local hacia el proyecto europeo. Vemos por primera vez partidos antieuropeos a punto de ganar las elecciones y más claramente reflejado en la votación del Brexit en Reino Unido.
Con estos cambios normativos y lo que parece una vuelta al proteccionismo tanto del mercado como de su población local -debido tanto a la falta de concesión de visas de trabajo como a poner límites a la libre circulación de trabajadores-, puede parecer una solución que les proteja a corto plazo pero a largo plazo les puede hacer perder su ventaja competitiva, la integración de la diversidad y la innovación que deriva de esta.
Debemos tener en cuenta que si históricamente, tanto EE.UU. como Reino Unido, han sido líderes en la economía, es consecuencia de tener una de las sociedades y ecosistemas más innovadores a nivel mundial, donde se crea tecnología y sistemas disruptivos que han cambiado el mercado. Ambos cuentan con este tipo de sociedades tan dinámicas porque han sabido integrar en ellas a trabajadores provenientes de otros países, el Talento Internacional, dando lugar a culturas creativas e innovadoras.
La diversidad cultural en las sociedades, empresas y equipos de trabajo da lugar, sin duda alguna, a una alta productividad e innovación. Por eso, si nos fijamos en el papel que el sector privado está jugando en este momento, debemos prestar atención a cómo Google o Ebay, entre otras muchas empresas globales, se oponen a estos cambios ya que son conscientes de lo necesario que es contar con este Talento Internacional en sus plantillas.
Asimismo, estos profesionales deberán tener la capacidad adaptarse con rapidez a todos estos cambios, y para ello requieren un alto nivel Inteligencia Cultural, para entender el complejo mundo en el que se mueven y poder tomar las decisiones correctas. La Inteligencia Cultural se trata de una competencia que nos ayuda a desenvolvernos en ámbitos culturales distintos e incluso a obtener beneficios de las diferencias culturales de las personas con las que nos relacionamos en el trabajo y/o fuera del ámbito profesional.
Además, necesitan tener equipos de trabajo donde haya una alta capacidad de innovación. Al igual que en la sociedades, en los equipos de trabajo donde existe una gran diversidad cultural se da lugar un alto grado de innovación, como bien ocurre en Google.
Un directivo que sabe gestionar esta diversidad, genera equipos con una alta productividad, innovación y creatividad, absolutamente necesarias en un momento tan competitivo como en el que nos encontramos.
Desde el sector privado se esta luchando para poder mantener el talento internacional dentro de sus plantillas.
¿Y cómo afecta este escenario a España y las multinacionales españolas?
Desde este punto de vista, España es un oasis en Europa. La globalización nos ha beneficiado y somos el país más europeísta de la Unión. Tenemos muy claro la necesidad de acudir a los mercados internacionales y el valor que el Talento Internacional aporta a nuestras empresas.
Por lo que nuestra posición, aun sufriendo una de las crisis mas largas y profundas dentro de los países de la Unión, no ha sido el cierre de fronteras al Talento Internacional, sino todo lo contrario. Como ejemplo, podemos citar la Ley de Emprendedores aprobada en 2013, en plena crisis, donde se favorece la entrada de talento.
Esta disposición tanto del sector publico como del sector privado así como la mentalidad europeísta de la población en su conjunto nos puede situar en una posición ventajosa a la hora de acoger instituciones europeas (como la agencia del medicamento en Barcelona) y centros de innovación a nivel mundial. Sin ir más lejos, Google recientemente ha inaugurado el Campus Madrid, manifestando que habían seleccionado la capital española por su multiculturalidad y un creciente ecosistema de innovación. Es el mismo caso que el Centro Mundial de innovación en el Deporte de Microsoft.
Estamos, sin duda, ante una oportunidad para captar y atraer Talento Internacional que no debemos desaprovechar.
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