En ocasiones nos encontramos con negocios cuya vida parece haber llegado a su fin. Negocios a los que aparentemente ya no les queda nada más por inventar, y llega un punto en que la actividad se vuelve rutina, mientras en el mercado todo se mueve mucho más rápido. ¿Cómo resolver este problema?
Que un empresario decida adaptar su negocio tradicional a los nuevos tiempos que corren, sin duda es una gran decisión. Pero buscar a las personas necesarias para relanzar ese gran proyecto es seguramente la principal clave del éxito.
A menudo hablamos de la incorporación de I+D+i (Investigación, Desarrollo e innovación) en las empresas, pero nos olvidamos de cuidar un aspecto básico en esta ecuación, la P de personal. Contar con las personas necesarias para aportar esa innovación y hacer posible la buena marcha de un negocio es imprescindible, aunque en ocasiones esta variable nos empeñemos en situarla solamente en la suma de costes de una empresa.
Hablemos de capital humano como una inversión necesaria, sobre todo cuando precisamos un cambio de rumbo en nuestro negocio. ¿Y qué debemos tener en cuenta? Principalmente dos factores:
Por un lado, tendremos que valorar el número de personas que nos serán necesarias para desarrollar aquellas tareas que nos permitirán alcanzar las nuevas metas de nuestro proyecto. A menudo nos empeñamos en reducir al máximo estos recursos, pero es fundamental valorar las cargas de trabajo y repartirlas de forma razonable entre los trabajadores.
Por otro lado, tendremos que seleccionar trabajadores con unas aptitudes y conocimientos renovados, pero sobre todo con una actitud positiva y de superación, que se aventuren a salir de la zona de confort, probar nuevos caminos y aprender de los errores para mejorar. Encontramos en ocasiones centros de trabajo plagados de la denominada gente tóxica, personas que a menudo critican su entorno y no sólo no intentan poner remedio a aquello que les molesta, sino que tratan de hacer cómplices de su malestar al resto de personas. Reclutar a personas con una actitud positiva, que favorezcan la búsqueda de soluciones frente a los problemas, el compañerismo, y el entusiasmo por afrontar nuevos proyectos y responsabilidades, es sin duda la clave en una buena selección de personal.
Por último, no debemos olvidar que, como toda inversión, el capital humano requiere de unos cuidados. Factores como la formación continua o la motivación en el trabajo, han de ser incorporados en la propia política de la empresa, pues repercuten directamente sobre el rendimiento de su equipo. Todos hemos oído hablar de la motivación en el trabajo, pero quizás no nos hemos parado a pensar seriamente en qué consiste, o qué consecuencias puede tener para nuestro negocio que un trabajador se encuentre realmente motivado en él o no. Sentirse parte del proyecto, rodearse de un entorno positivo, y ser recompensado por sus logros, son algunos de los factores que favorecen la motivación de un trabajador, lo cual contribuirá a su mayor productividad dentro de ella. Así mismo, potenciar la asistencia a cursos, ponencias, etc., no sólo enriquecen a la persona que recibe tal formación, sino que le permite desarrollar nuevas ideas en su puesto de trabajo e implementar mejoras en el negocio.
En definitiva, la mejor apuesta consiste a veces en rodearse de aquellas personas que nos pueden aportar una visión diferente; sumar ideas y experiencias que nos lancen hacia nuevas formas de enfocar un negocio. Es necesario apartar el miedo que algunos empresarios aún tienen de ser superados por sus empleados, y potenciar la idea de encontrar personas mejor que uno mismo, pues sólo ello permitirá conseguir de una manera más rápida y eficaz nuestros objetivos.
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