El Día Mundial del Medio Ambiente viene celebrándose desde 1973 para concienciar a la sociedad de la importancia de cuidar nuestro planeta y mantenerlo en las mejores condiciones posibles. En esa función pedagógica todo suma, si bien, a lo largo de estos 34 años de práctica, las compañías también hemos podido certificar que las iniciativas en defensa del medioambiente tienen una influencia igualmente decisiva para el desarrollo del propio negocio.
Tanto es así que, desde hace dos décadas, el compromiso con la naturaleza constituye una responsabilidad legal que refuerza la tarea de quienes defendemos el tan necesario cambio en la relación de una empresa con su entorno.
En la sociedad del siglo XXI, el modelo consumista del ‘producir, usar, tirar’ se ha vuelto inviable. Como todos sabemos, representa un consumo de recursos más acelerado que el ritmo al que se podrían reponer, lo que provocaría su inexorable agotamiento. Un panorama tan sombrío debería aleccionarnos de la importancia de virar hacia actitudes más ecológicas.
Por todas estas razones, resulta esencial aunar esfuerzos y coordinar los diferentes motores del cambio; desde la educación ambiental para impulsar la concienciación social, hasta la innovación y el emprendimiento, entendidos como parámetros indispensables para dar el salto de un sistema de producción lineal a otro circular.
Al margen de su alcance teórico, la economía circular se presenta como un marco necesario y deseable de actuación, capaz de englobar todas las acciones que facilitan una relación sostenible con nuestro entorno. Este modelo aboga por mantener durante el mayor tiempo posible el uso de los recursos y materiales que producimos; por reducir al máximo los residuos, y por impulsar el reciclaje tanto como sea posible.
Cada uno de nosotros podemos impulsar esta nueva visión empresarial en nuestro día a día, del mismo modo que es responsabilidad de las organizaciones hacer partícipes de sus proyectos en economía circular al mayor número de personas, empezando por los propios empleados. Desde Calidad Pascual, en nuestro compromiso por el cuidado del medioambiente, hemos creado la campaña ‘El Año del Planeta’, destinada a animar a nuestros 2.300 empleados a involucrarse con acciones enfocadas al cuidado de nuestro entorno mediante seis retos repartidos a lo largo de los doce meses del año.
En esta misma línea, nos hemos unido recientemente a la iniciativa sostenible de Ecoembes, y comenzamos a incluir en los envases de todas nuestras marcas un nuevo símbolo para recordar y promover el reciclado idóneo. Se trata de un sistema que ayuda al ciudadano a la correcta separación de los envases para su posterior tratamiento. Al adherirnos a esta iniciativa, damos un paso más en nuestro objetivo de reducir el impacto ambiental y sensibilizar a la sociedad respecto al cuidado del medio ambiente.
El seguimiento de estas directrices trae consigo importantes ventajas, también económicas, como lo son el incremento de la eficiencia o la generación de empleo. Del mismo modo, nos acerca a la obtención de productos más duraderos y sostenibles, con la consecuente optimización del uso de materias primas y la reducción de las emisiones de dióxido de carbono.
No podemos olvidar que corresponde a las compañías impulsar soluciones eficientes y medibles a corto plazo. Para conseguirlo, basta con trabajar cada día por un mayor cuidado del medioambiente, a través, por ejemplo, de la mejora en los procesos de producción y en el uso de energías renovables.
Asimismo, podemos (y debemos) apoyar iniciativas eco–friendly, desde el transporte de larga distancia hasta la distribución urbana a los puntos de venta. El objetivo es aplicar prácticas responsables con el entorno en toda nuestra cadena de valor, para que nuestro círculo empresarial desde el campo hasta la mesa sea cada día más virtuoso, lógico y… ecológico.
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