Hace menos de quince días la Comisión Europea anunció su propuesta de extender los permisos de paternidad a cuatro meses en toda la Unión Europea. Falta mucho todavía para que el Parlamento Europeo decida si aprueba esta medida, pero es evidente que la pelota está ya en juego.
La medida no está exenta de polémica ¿Pueden todos los países de la UE asumir los costes adicionales de estos permisos? En el caso de España, la propuesta de extender a un mes el permiso de paternidad supone un coste adicional para las arcas del estado de más de doscientos millones de euros por año. Conviene puntualizar que, a pesar de nuestra tendencia a la autocrítica, España no está en el pelotón de cola de los permisos de paternidad, especialmente desde que éstos se han ampliado a un mes. De hecho, y siempre que dejemos a un lado a los países nórdicos (pioneros en amplios permisos de paternidad y maternidad), solo nos superan Austria, Alemania, Lituania y Rumanía y empatamos con Portugal.
El riesgo de este debate es olvidar qué hay realmente detrás de una propuesta de estas características. Los permisos de paternidad no son tan solo algo bueno para el desarrollo del niño, que podrá así generar vínculos emocionales muy importantes con ambos progenitores, sino también una medida necesaria para compensar un desequilibrio social notorio.
En primer lugar los grandes datos: somos un continente muy envejecido. La realidad es que una vez que la generación baby boomer -la nacida en los años 60 y que, como su propio nombre indica, es muy numerosa demográficamente-se jubile en toda Europa no habrán trabajadores de relevo suficientes para cubrir las necesidades de empresas y organizaciones. Solo en Alemania, la estimación es que faltarán casi 8 millones de trabajadores. Tal vez ahora entendemos por qué Alemania está haciendo un gran esfuerzo para ofrecer trabajo a muchos profesionales de otros países y ha aprobado muy generosas medidas para ampliar permisos de maternidad con reserva de puestos y permisos de paternidad.
Una de las causas de que nazcan menos niños es que las mujeres en el mercado de trabajo retrasan su maternidad y tienen menos hijos, precisamente por la dificultad de encontrar el equilibrio adecuado entre familia y carrera profesional.
La situación es igualmente complicada en la mayoría de los países industrializados del continente, incluyendo España. Nuestros altos niveles de desempleo actuales nos hacen pensar que esta situación no nos afectará en el futuro. Nada más lejos de la realidad. España entró con retraso en el baby boomer europeo, y por eso ahora tenemos un exceso relativo de mano de obra en la actualidad, pero en diez años estaremos en situación deficitaria: tampoco tendremos trabajadores cualificados suficientes para cubrir la demanda interna. Recomiendo a todos los escépticos que lean los informes de la Comisión Europea y The surprising workforce crisis of 2030 *Workforce crisis: How to beat the coming shortage of skills and talent K Dychtwald, TJ Erickson, R Morison – 2013 ).
Esto significará un impacto enorme en los sistemas de pensiones: muchos pensionistas, menos trabajadores. Saquen ustedes sus propias conclusiones. Este desequilibrio solo puede ya corregirse potenciando la inmigración e impulsando que todos los colectivos que pueden aumentar su participación en el mercado de trabajo lo hagan. Evidentemente, las mujeres con potencial de trabajar son una opción necesaria.
En segundo lugar, según un estudio presentado por la Comisión Europea, los datos que hay detrás de la propuesta son una importante llamada a la reflexión: Casi un 43% de las mujeres que podrían trabajar no lo hacen por la dificultad de compatibilizar la exigencia de un trabajo a jornada completa con la adecuada atención a sus hijos. Como consecuencia de esto, un tercio de las mujeres trabaja a tiempo parcial en Europa frente a tan solo un 8% de los hombres. Debido a ello, las mujeres ganan un 16% menos y su pensión es, de media, un 40% más baja. Estamos hablando de muchos millones de mujeres que han tenido que abandonar sus puestos o ralentizar sus carreras por la dificultad de compatibilizarlas con el cuidado de sus hijos. Nuestro continente no puede sencillamente permitirse perder trabajadores productivos que son tan necesarios.
Añadamos a esto los estereotipos: una mujer de 30 años entra a una entrevista de trabajo en nuestra empresa. Lleva casada dos años y no tiene hijos todavía. Es objetivamente la mejor candidata ¿la contrataríamos? Según mi experiencia tanto en aula como en empresa, el 80 % de las personas que toman la decisión sobre contratación ven un claro riesgo y dirán que no. La perspectiva de una larga baja maternal pone los pelos de punta al empresario más sensato. La creencia habitual es que una mujer casada con hijos es menos productiva. Por el contrario, un hombre casado con hijos es percibido como más estable y comprometido. Medidas que contribuyan a equilibrar los permisos por cuidado de hijos facilitarían un cambio de perspectiva en lo relativo a las mujeres.
En este escenario, los permisos de paternidad cumplen varios objetivos: el primero es facilitar la reinserción de la mujer en el trabajo y el segundo es hacer comprender a empresas y sociedad que los hijos son una tarea compartida, por lo que no debe discriminarse a ninguno de los progenitores por este motivo.
En el caso de España, la dificultad de aplicar la medida pasa no solo por presupuestos del estado, sino también por una cultura en la que, al menos hasta ahora, se ha interpretado siempre que el cuidado de los hijos es algo ligado más a la madre que al padre. A más de un empresario le va a costar comprender que debe dar un permiso al padre. Para todos, el mensaje es muy simple. Ampliar los permisos de paternidad y maternidad supone un esfuerzo para las empresas y las arcas del estado. No vamos a negar lo evidente. Sin embargo, a medio y largo plazo las ventajas son evidentes: no perderemos a la mitad de nuestros trabajadores cualificados ni crearemos un futuro precario para muchas mujeres que han tenido que bajarse del tren del trabajo para realizar una tarea tan valiosa y necesaria para toda la sociedad como cuidar a sus hijos. A largo plazo nadie pierde. Todos ganamos.
1 comentario en «Permisos de paternidad: No son sólo para nórdicos»
Olvidas comentar que si fueran transferibles, se los quedaría la madre. Priorizar el cuidado personal de los hijos sobre la obtención de recursos económicos para los mismos, tiene mucho de elección. Basta ver el poco apego que han tenido las mujeres a la custodia compartida.
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