“Las fortalezas están en nuestras diferencias, no en nuestras similitudes”, decía el profesor y experto en liderazgo Stephen Covey. Esta es quizás una de mis frases de cabecera y lo que intentamos aplicar en nuestro día a día en la Fundación Nortempo, porque la integración laboral en un mercado en el que todos cabemos y todos aportamos es nuestra razón de ser.
Es responsabilidad de los expertos en Recursos Humanos, o mejor dicho, en gestión de Personas -así con mayúsculas- tener un compromiso con la dignificación del trabajo y emplearlo como instrumento clave para lograr la deseada integración social de los colectivos más vulnerables. Debemos, por lo tanto, canalizar nuestros esfuerzos desde la Responsabilidad Social Empresarial desarrollando e impulsando acciones, proyectos y programas que promuevan la empleabilidad, formación y realización profesional y personal de todos en el mercado laboral.
Es vital volcarnos en la inserción de personas con necesidades especiales o pertenecientes a colectivos en riesgo de exclusión, porque de este modo lograrán la deseada sensación de pertenencia social. Para ello, necesitamos la implicación de todos los agentes, con los expertos en RRHH como referentes en la materia. No sin esfuerzo, reclutamos, formamos y seleccionamos trabajadores pertenecientes a los colectivos más vulnerables y realizamos una indispensable labor de mediación, ejerciendo de puente entre las personas y las empresas, uniendo caminos para lograr la deseada contratación.
Dentro de este desafío que constituye la contratación laboral de los más vulnerables, los centros de formación desarrollan además un importante papel capacitando a las personas para los puestos más demandados en el mercado laboral, y que no caigan en el desaliento. Creemos que todos tenemos derecho a una oportunidad, y que la diferencia nos hace únicos.
Recientemente, en un acto organizado por la Fundación conocimos a una persona maravillosa, Iago Santalla, que nos dejó una auténtica lección: él, un torbellino de ideas y vitalidad, aquejado de daño cerebral, defiende la Teoría de los Ilímites, en la que todas las personas sin excepción tienen un conjunto de capacidades que les permite autorrealizarse. En ella debemos inspirarnos, ver las diferencias o aparentes debilidades como fortalezas, y caminar hacia la integración sociolaboral de Todos.
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