Hace unos días leía un artículo en el Harvard Business Review en el que el autor norteamericano Todd Warner alertaba sobre los peligros de lo que él llamaba “directivos minions”. Es decir, esos profesionales que, como los encantadores seres amarillos de la película, “son monos y dependientes, pero no puedes confiar en ellos el futuro de la organización”.
El artículo hacía mención a una, en opinión de su autor, peligrosa tendencia extendida en las organizaciones según la cual el tipo de talento que se busca y se promociona no es aquel que más necesita la empresa para dar un salto de calidad en su desarrollo, sino el que mejor encaja con el actual status quo que impera en la casa. En otras palabras, no se busca innovar, sino dar continuidad a un patrón.
El panorama dibujado por Warner no se aleja demasiado de la realidad de la empresa española, en general atenazada por la prudencia y en la que los perfiles heterodoxos no son especialmente valorados. Una elección legítima y que tal vez ayude a proporcionar estabilidad a la organización en el corto y medio plazo, pero que sin duda entraña el peligro de estar cerrando la puerta de la innovación cuando la mirada necesita ser de largo recorrido. En el actual contexto, es difícil, por no decir imposible, para una empresa anticipar de dónde van a salir sus ingresos del siguiente trienio. A veces, ni siquiera del siguiente trimestre. Y esa es precisamente la visión que determinados perfiles más disruptivos y menos predecibles pueden aportar.
No se trata tanto de llenar la oficina de ‘frikis’, como de integrar a algunos de estos outsiders dentro la habitual guardia petroriana directiva. Los procesos de identificación de potencial son uno de los mejores instrumentos que tiene la organización para fomentar esa diversidad. Y como resultado de estos procesos de evaluación, trabajar sesiones de talent review en las que los especialistas en identificar talento deberán hacer el ejercicio de ampliar sus miras y arriesgar un poco más. O un poco menos, en realidad, si apoyan sus conclusiones en métricas y herramientas con validez predictiva.
Cada vez más empresas están revisando algunas prácticas por las que un candidato a ser promocionado finalmente no lo es porque un experto ha anotado la palabra “rebelde” en un post-it sobre su ficha. Porque se están dando cuenta de que a lo mejor un “rebelde” es precisamente lo que la empresa necesita.
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