En plena crisis, las empresas redujeron costes, recortando con ello, los recursos destinados a las personas. Nos encontramos entonces, con aquellos trabajadores que tenían “la suerte” de mantener su puesto de trabajo y por tanto, se encontraban en una situación privilegiada. Pero esta situación laboral, aunque satisfactoria, se volvía contradictoria:
– La falta de personal no venía acompañada de una bajada del volumen de trabajo, lo que generaba en muchos casos, que los empleados se convirtieran en multitasquing.
Pero muchas personas no pueden estar enfocadas en muchas actividades a la vez. Es recomendable que cada uno desarrolle sus propias habilidades y actividades en las que es totalmente productivo, para evitar la ineficiencia y la insatisfacción laboral.
– Otro de los problemas creados en esta situación es el mal clima laboral. Problemas de coordinación, falta de colaboración entre los compañeros y problemas de comunicación entre los responsables del departamento y sus subordinados.
En muchos casos las empresas no han vigilado el ritmo de trabajo: motivar a sus trabajadores, cuidarlos, estimularlos, promoverlos o formarlos, no siendo conscientes de la importancia que tienen éstos en las empresas.
Todo ello generaba que pasásemos de una situación en la que el trabajador se sentía privilegiado por tener trabajo, a una situación en la que éste iba acumulando frustración, cansancio, estrés, y falta de motivación.
¿Qué ha generado en muchas empresas?
En el nuevo entorno laboral que nos encontramos, cambiante, surgen más lugares de trabajo donde el profesional poco motivado, pero con grandes capacidades, ha terminado por estancarse al sentirse poco valorado, abandonando en muchos casos, su organización.
¿Cómo podemos mejorar la situación?
Las empresas deben empezar a motivar a sus trabajadores. Es más sencillo de lo que parece, pero requiere de inteligencia emocional. Hay muchos trabajadores que llevan años en una misma empresa y su jefe nunca les ha dicho que hacen una buena función, o han empatizando con ellos en algún momento crítico.
La formación también tiene que incentivarse aún más. Muchas empresas, dado el ritmo de trabajo o el crecimiento que han tenido, no han trabajado en este aspecto; se han ajustado a formar a sus trabajadores en áreas técnicas específicas e imprescindibles para desarrollar su trabajo, pero sin plantearse ni dejar paso a formaciones más genéricas, que fomentan las habilidades del personal y en las que los empleados puedan conocerse a sí mismos en un contexto diferente.
Generar dinámicas de grupo en las acciones formativas, ayuda a mejorar la comunicación en las empresas. No olvidemos que es tan importante cuidar la comunicación del cliente externo, a nivel comercial, como del cliente interno, para mejorar la relación entre nuestro equipo de trabajo. La comunicación es clave en toda organización, un error en la comunicación de las empresas de jefe a empleado, puede dar lugar, como ya hemos comentado, a un mal clima laboral.
En conclusión, es importante que la cúpula directiva de las empresas sepan escuchar a sus trabajadores, promuevan mejoras, acepten críticas,…para poder de este modo, hacer crecer a la compañía. Todas las opiniones aportan valor y, si el empleado se siente involucrado, se sentirá más perteneciente a un equipo y por tanto aseguraremos su motivación y permanencia en la organización.
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