El trabajo flexible beneficia a empleados y empleadores. Como trabajadores queremos mejorar el equilibrio entre trabajo y vida personal, y nuestros superiores quieren mejorar la productividad. Para que ambas partes consigan lo que necesitan debe haber un alto nivel de confianza. Resulta obvio que los empresarios tienen que confiar en los trabajadores para obtener resultados cuando su trabajo no se limita a una ubicación concreta. Pero los empleados también deben confiar en sus superiores a la hora de que valoren los resultados y no ignoren a aquellos que trabajan a distancia en lo relativo a su desarrollo o crecimiento profesional. A algunos profesionales les preocupa que les aíslen y les olviden cuando ellos trabajan en remoto y otros compañeros no. También puede existir la preocupación de no sentirse parte del equipo cuando no se está físicamente con los demás.
Para construir esta confianza es necesario cambiar la percepción de que pasar muchas horas en la oficina significa trabajar duro. Este cambio se debe impulsar desde arriba hacia abajo. Como Presidente en EMEA, tengo que dar ejemplo, por tanto, trato de no enviar emails a mi equipo a todas horas, y también me aseguro de dar prioridad a mi familia. Esto ayuda a consolidar la cultura corporativa de teletrabajo, y la creencia de que los trabajadores no se verán perjudicados por trabajar desde cualquier lugar, siempre y cuando se logren los resultados.
El reconocimiento por el trabajo duro debe estar basado en resultados, no en el número de horas que se pasan en la oficina, especialmente cuando estos resultados generan beneficios. En realidad, pasar más horas en la oficina con resultados reducidos, incrementa los costes para la compañía. Cada organización debe centrarse en mejorar la productividad, y esto comienza cambiando la forma en que se gestiona el recurso más valioso: el equipo. Sólo porque la gente no esté sentada en sus mesas no significa que no esté añadiendo valor a la compañía.
La evolución de la tecnología de colaboración y la conectividad constante han influido en cómo y dónde trabajamos. La llegada de la colaboración de contenidos, con vídeo y sonido de alta calidad en todos los dispositivos, desde los móviles a los de sobremesa y los sistemas adaptados para salas, hace que podamos trabajar realmente desde cualquier lugar y colaborar de manera productiva. Con un par de clics, o un simple mensaje, puedes estar en contacto con quien necesites, cuando lo necesites. Somos capaces de ir más allá de los emails sin tener que abandonar el entorno digital. Podemos dar un paso más dando el salto desde una conversación por email a una colaboración multidimensional, incluyendo la edición conjunta de un documento en tiempo real para avanzar en un proyecto, y desde cualquier dispositivo.
La propia tecnología ha evolucionado hasta ser más “inteligente” (smart); las soluciones para trabajar en cualquier lugar siendo productivos incluyen algoritmos que minimizan el ruido de fondo en una cafetería y silencian de manera automática a los participantes no activos en una llamada en grupo o conference call para evitar el sonido que se produce al teclear. Lo interesante son estos detalles que hacen que la experiencia de trabajar desde cualquier lugar sea tan cómoda y natural como un encuentro en persona.
Para crear realmente un entorno que facilite trabajar desde cualquier sitio, como parte de la estructura de la propia organización, es clave que los empleados tengan acceso a la tecnología correcta para que esto les resulte fácil.
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