“Cuando la gente va a trabajar no debería dejar sus corazones en casa”. Esta afirmación de Betty Bender debería inspirar nuestro discurso como gestores y directores de equipos humanos llamados a crear organizaciones de éxito. Es aquí, en la dimensión emocional y humana de los profesionales, donde radica la clave para gestionar Talento de manera efectiva. Identificarlo, atraerlo, retenerlo y optimizarlo.
Pero, ¿qué entendemos por la gestión del Talento?
Tras años de reclutar, capacitar y desarrollar el personal necesario para la conformación de grupos de trabajos competitivos, las organizaciones han comenzado a considerar al talento humano como su capital más importante y elemento de diferenciación.
“Contrata la actitud y entrena la habilidad” decía el cirujano, escritor y profesor Atul Gawande. Presupongamos que existen aptitudes adecuadas para los puestos de trabajo requeridos y demos un paso más: buscar las mejores actitudes, las más proactivas, las más implicadas, motivadas, las que más aporten a la cultura empresarial y al espíritu de grupo… Busquemos a los mejores, a aquéllos en los que confluya el mejor, y más humano, técnico porque ese binomio creará el Talento.
La gestión que hoy se realiza ya no está basada en elementos materiales como la tecnología y la información; sino que la clave de una gestión acertada está en la gente que en ella participa. Lo que hoy se necesita es desprenderse del temor que produce lo desconocido y adentrarse en la aventura de cambiar interiormente, innovar, entender la realidad de nuestra organización por dentro y en el marco de relaciones abiertas con nuestro entorno, enfrentarse al futuro… aportar Talento.
Una herramienta indispensable para enfrentar este desafío es la llamada gestión por competencias, que profundiza en el desarrollo e involucramiento máximo del Capital Humano en la cultura empresarial. Esta herramienta para la dirección estratégica de las Personas en la sociedad del conocimiento se convierte en un canal continuo de comunicación entre los trabajadores y la empresa para que la empresa conozca a su equipo, sus necesidades y deseos con el fin de ayudarle y ofrecerle un desarrollo personal capaz de enriquecer el conjunto de la organización.
La gestión del Talento hoy no es vocacional ni sólo un bonito proyecto. Es una realidad a pie de obra por la que apuestan firmas líderes en sus sectores. Microsoft, por ejemplo, que dispone de un programa específico de identificación de talento, entiende la gestión del mismo centrada en la confianza. Cisco basa su modelo de desarrollo en las tres E (Education, Exposure y Experience); Vodafone asume que, además de la formación funcional, es necesario favorecer que las personas puedan desarrollar competencias de liderazgo, gestión emocional, comunicación, innovación o conflictos. Nace, crece y se desarrolla en las empresas.
“Una motivación vale por diez amenazas, dos presiones y seis memorandos”. Decía el visionario, emprendedor y responsable del éxito de Ford a finales del siglo XX y comienzos del XXI, Lee Lacocca.
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