Se ha escrito mucho acerca de la influencia que ejercen los espacios de trabajo en el bienestar, la productividad y el desarrollo personal de los empleados. Hoy en día, estos valores cobran más sentido que nunca, en especial en las empresas donde la innovación es una clave importante. Pensemos en compañías de tecnología, de desarrollo industrial o, por ejemplo, el caso de una start-up, donde unos empleados creativos y motivados, que sepan conectar e intercambiar ideas, marcarán la diferencia en los productos y ejercerán un impacto directo en el éxito de la empresa. Ser capaces de retener el talento será clave para mantener los niveles de innovación y progreso que demanda una sociedad en constante cambio y que requiere una alta cualificación del empleado.
Ante este panorama, surge la pregunta ¿Hasta qué punto pueden influir los espacios de trabajo en nuestras habilidades y aptitudes? ¿Qué detalles concretos del entorno nos podrán ayudar a sacar ‘lo mejor de nosotros mismos y de los que nos rodean’?
Ya en 1987, los autores deMarco y Lister señalaban que “Los mayores problemas del desarrollo del software son humanos, no técnicos”. Esta afirmación, muy conocida en el mundo del software, la podríamos aplicar perfectamente a otro tipo de actividades empresariales, desde la fabricación de piezas para automóviles hasta el desarrollo de nuevos medicamentos y vacunas. Y es que estos autores nos llevaban hasta el fondo de la cuestión: desarrollemos lo que desarrollemos, detrás de toda la tecnología y detrás de todos los procesos de producción, lo que hay son personas. Empleados más o menos creativos, más o menos motivados y, podríamos decir también, más o menos ‘conectados’ con sus compañeros de trabajo. Y esas personas, con sus ideas y habilidades propias, serán los que marcarán la diferencia de nuestro producto, su evolución y trascendencia.
Entonces, cabe preguntarse ¿qué características del entorno laboral influirán en las aptitudes de las personas que trabajan en él?
Espacios para el trabajo individual
En los últimos años, han proliferado las oficinas abiertas, porque tradicionalmente se había pensado que la comunicación fluía mejor que en los espacios cerrados. Sin embargo, la práctica ha demostrado que la falta de privacidad, el ruido ambiente y las distracciones repercuten negativamente en la productividad. Los procesos productivos, y entre ellos especialmente los de tipo creativo, son fruto también del trabajo en solitario. Pensamos en solitario y, después, socializamos las ideas a las que hemos llegado después del trabajo individual. Por ese motivo, los espacios de trabajo que sólo sean de coworking y donde no tengan cabida zonas de privacidad favorecerán el intercambio de ideas, pero no la creación de las mismas. Estos espacios no facilitan que las personas puedan crear o desarrollar en solitario y concentradas aquello en lo que son buenos y destacan.
Espacios para el encuentro casual
Otro detalle importante a tener en cuenta es que, si bien pensamos de forma individual, para construir –y más aún si hablamos de empresas de tecnología – es esencial intercambiar ideas de forma ‘no planeada’ con otros. Conseguir espacios que promuevan el encuentro fortuito con otros está comprobado que facilita dicho intercambio de ideas. Contar con zonas de cafetería, espacios para el relax o bien salas multiusos en las que apetezca pararse a charlar o comentar, serán un elemento esencial a contemplar en una oficina que pretenda sacar lo mejor de las personas que trabajan en ella.
Espacios de reunión
Adicionalmente a las zonas de trabajo individual y a las zonas de encuentro casual, también hay que planificar las zonas de reunión. No es lo mismo el espacio donde se presentan resultados de empresa o se realizan reuniones formales con clientes – tradicionalmente una mesa alargada o redonda con la gente alrededor- que las zonas de reunión colaborativa. Estas últimas necesitan un espacio de trabajo semicircular orientado al lugar de la proyección o presentación de resultados; o bien zonas de reunión más abiertas como puede ser un ágora o una sala de ideas, donde las personas pueden sentarse en sofás, en el suelo, quedarse de pie o tumbarse si así lo desean. Las distintas posturas y la forma de reunirse condiciona también de qué manera van a fluir las ideas o el nivel de formalidad /informalidad que necesita cada contexto de trabajo.
La belleza del entorno
La belleza del entorno también juega un papel importante en el desarrollo de nuestras habilidades, porque el entorno influye en las personas. Entornos agradables facilitan las conexiones, y por tanto las ideas. Se pueden emplear, por ejemplo, materiales nobles que están presenten en la naturaleza, y que facilitan a las personas el sentirse conectadas: granito, pizarra, madera, vegetación, tierra, agua, imágenes naturales, etc.
Esta filosofía en la distribución de espacios y materiales, con salas polivalentes y diferentes espacios dedicados al ocio o al relax, es la que hemos implantado recientemente en la nueva sede de Liferay en Madrid, que además acoge el Centro de Innovación más importante de la compañía en Europa. Los propios empleados han participado con sus ideas en la distribución y generación de todos estos espacios. Porque en las zonas de trabajo pasamos muchas horas al día, y es agradable sentir que nosotros mismos hemos participado en su creación y que nos pueden ayudar a sacar lo mejor de nosotros como trabajadores y como personas.
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