La entrevista de trabajo es uno de los puntos clave en el proceso de selección de personal. Nos aporta sin duda muchos datos y con frecuencia nos hace decidir entre varios candidatos con curriculum paralelo. Quizá es uno de los aspectos en el que deberíamos poner un cuidado más especial. Y hablo de todo esto basándome en mi experiencia personal.
Actualmente en mi trabajo como técnico de recursos humanos, me toca entrevistar a varios candidatos cada día. Es una tarea a la que siempre me entrego con gusto; me despierta interés por la persona y me suscita hacia ella gran cercanía. Esto deriva en una actitud de proximidad, comprensión, ayuda… EMPATÍA en definitiva; una cualidad básica en la formación de todo profesional de la psicología. Es una cualidad imprescindible, desde luego en el campo de la psicología clínica pero sin duda a veces queda un poco abandonada en el sector de los recursos humanos. Y escribo estas líneas precisamente para enfatizar la importancia y el cuidado de la empatía que es la clave del éxito en la interacción del entrevistador y entrevistado. No está lejos el tiempo en que, repetidamente, tuve que vivir la experiencia desde el otro lado. A la búsqueda de un puesto de trabajo conveniente, he tenido que asistir a varias entrevistas. Y puedo asegurar que, de este tiempo, en el que fui aspirante y no entrevistadora, saqué muchas enseñanzas que hoy procuro seguir teniendo presente.
No cabe duda que el encuentro entre ambos polos -entrevistador y candidato- está marcado por la desigualdad de fuerzas. El aspirante acude con frecuencia intranquilo, expectante, preocupado… Sin embargo, debe mostrarse seguro (sin llegar a la arrogancia). Le convendría una chispa de proximidad y simpatía en la que no puede faltar, desde luego, el comedimiento. Tratará de mostrar sus cualidades sin avasallar con sus conocimientos y experiencias. Quizá ocultando siempre que de la satisfacción de esta entrevista, depende tanto, tanto… Son tan grandes las expectativas que para ello cuidó celosamente su imagen: su traje, su actitud, sus palabras…
Del otro lado a veces la figura del entrevistado es muy poco sensible a esta incómoda situación del candidato. En ocasiones las prisas de un día demasiado cargado de trabajo, o la falta de interés por la persona. Alguna vez, incluso, alguien un poco arrogante es capaz de poner de manifiesto que él tiene la fuerza frente a ti que no puedes ni debes dejar de aparecer humilde.
La empresa puede permitirse exigir al aspirante una serie de condiciones, a veces inconfesables. El seleccionador trata de cumplir las expectativas del demandante. Pero nunca debemos minimizar la importancia de los candidatos. Sin ellos nuestro trabajo no podría realizarse.
Me parece una tarea ineludible el tratar de humanizar este momento. Es imprescindible crear un clima de cercanía acogedor. Sólo de esta manera podrá el entrevistado mostrar lo mejor de sí mismo. También de esta manera, al sentirse cómodo, derrumbando parte de sus barreras, llegaremos a vislumbrar en él algunas de las cualidades que buscamos para el puesto requerido.
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