Desde 1.889 cada primero de mayo celebramos el Día Internacional de los Trabajadores. Su carácter reivindicativo original basado en el lema de “ocho horas para el trabajo, ocho horas para el sueño y ocho horas para la casa” se ha visto ligeramente modificado en numerosas ocasiones, dependiendo de la coyuntura económica y de las prioridades existenciales del momento.
Con la llegada de las nuevas tecnologías y la robotización, la alteración de este antiguo paradigma está siendo más acuciada. En la llamada era digital, los conceptos “trabajo”, “casa” e incluso “sueño” están separados por una fina línea que muchas veces es de difícil diferenciación. El cambio en el entorno competitivo, en el tipo de trabajo e incluso en las prioridades de los propios trabajadores requieren de un rápido pero simple, a la par que cuidado, proceso de adaptación.
Compañías como CISCO han hecho realidad el concepto de “home office”. Con el 95% de su plantilla bajo algún tipo de modalidad de teletrabajo ha mejorado notablemente la percepción de sus empleados y es una de las empresas que encabezan el ranking del “Great Place to Work”.
Desde 1.972 la tecnología nos ha hecho cinco veces más productivos y se prevé que el 47% de los puestos de trabajo podrían ser automatizados en los próximos 15 años. Actividades tradicionalmente llevadas a cabo por personas humanas como el telemarketing, la contabilidad y la venta directa tienen más de un 90% de probabilidades de desaparecer por completo en las próximas dos décadas como consecuencia de la robotización. Agilidad en los procesos de “re-skilling” del personal están permitiendo a muchas organizaciones anticiparse al problema y dotar a sus trabajadores de capacidades para desempeñar nuevas funciones.
Por el contrario, algunas posiciones recientemente creadas, y muy ligadas al mundo digital (redes sociales, cloud computing, big data, analitycs, etc), cada vez tienen un peso más relevante en las organizaciones y una mayor demanda en el mercado laboral.
Estos nuevos trabajos requieren de un perfil diferente. Una fuerza de trabajo con mayor comprensión del nuevo entorno, concepto que entiende perfectamente la generación nativa digital, los conocidos como millennials. Esos nuevos profesionales que han nacido y crecido en la era digital, caracterizados por dominar la tecnología como una prolongación de su propio cuerpo, y acostumbrados a utilizar múltiples canales y dispositivos digitales para sus actividades. Personas con inquietudes muy diversas y con la necesidad permanente de realizar varias actividades a la vez. Para ellos, lo verdaderamente importante del trabajo es lo apasionante que sea el día a día, la clave está en el disfrute del trabajo sin necesidad de seguir las normas preestablecidas. Están enfocados en sacar el mayor provecho al presente y buscar la felicidad en todo lo que hacen, con deseos de desarrollar nuevas ideas y proyectos, ya sea por su cuenta propia o dentro de una organización.
Organizaciones como Apple, Facebook, Google o LinkedIn, entre otras, han sido los primeros en entender las necesidades de este colectivo y tratar de ofrecerles la posibilidad de encontrar lo que buscan a través de su apasionante “no rutina” en el puesto de trabajo.
La nueva forma de entender el trabajo y los cambios originados por la propia evolución tecnológica, exige a las organizaciones transformarse urgentemente para modificar la forma en la que se gestiona y organiza nuestro concepto del trabajo. Entender cómo pueden las tecnologías digitales capacitar a la fuerza laboral y qué competencias, funciones y tareas serán necesarias en los trabajadores del futuro es uno de los principales retos a los que nos enfrentamos. Conocer cómo competir para atraer y retener el mejor talento con experiencias de trabajo personalizadas y que permitan flexibilidad será clave en la Gestión del Talento del trabajador del futuro.
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