Gasol nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino… ¡Qué gran tipo Gasol!, un dios mitológico hecho carne, alguien a quién ponerle un piso en la milla de oro, más bonito que un San Luis, un tipo que deberíamos clonar y poner en cada aula de primaria para que los niños tuvieran un modelo. Hasta Estados Unidos ha caído rendido a sus pies, eligiéndole por votación popular para la selección NBA del All-Star Game este fin de semana.
Todo el mundo recuerda las gestas deportivas de Pau Gasol (dos campeonatos NBA, medallas de oro en mundiales, en europeos, platas olímpicas…), y su relevancia personal (embajador de UNICEF, Gasol Foundation, mejor ciudadano de la NBA…). Sin embargo, su grandeza radica en su altura ante los fracasos.
¿Recuerda alguien cómo chupó banquillo en la selección nacional junior?, su reacción fue seguir trabajando. ¡Qué gracioso su entrenador en el Barça cuando le dijo que estaba verde para la NBA!, Pau declaró su amor culé y marchó a Memphis. ¿Cómo olvidar la inoperancia del seleccionador Scariolo?, ante la que Gasol decidió conjurarse con sus compañeros para ganar el oro. Este verano ha mostrado su infinita paciencia ante un entrenador inexperto que ha llevado al baloncesto español al fracaso más grande de su historia con el mejor equipo de nunca, y Pau no ha puesto ni una mala cara, ni un mal gesto, ni un reproche. Y ¿cómo olvidar a su último entrenador en los Lackers, Mike D’Antony, que le señaló como origen de todos los males del equipo por estar viejo y acabado?, Pau hizo las maletas hacia Chicago para reivindicarse como uno de los mejores jugadores de la NBA.
Ante los fracasos la reacción de Pau ha sido siempre el trabajo, la discreción y dirigir su rumbo hacia el éxito, sin que las dificultades le hayan entretenido ni despistado. Si Gasol hubiera hecho caso a sus jefes nunca habría ido a la NBA, nunca habría fichado por los Lackers, y a estas alturas estaría medio jubilado en algún equipo europeo dando por acabada su carrera como jugador.
La reflexión para quienes nos dedicamos a los recursos humanos es qué habríamos hecho con un trabajador como Gasol ¿le habríamos aconsejado no irse a la NBA como hizo Aíto?, ¿no jugarse el tiro ganador como hizo Scariolo?, ¿buscar un retiro dorado como hizo D’Antony?, ¿o darse como ganador antes de salir a jugar como hizo Orenga? Si hubiésemos sido su departamento de RRHH ¿le habríamos exigido más o nos habríamos conformado con buenos resultados?, ¿le habríamos cambiado de proyecto para lograr su crecimiento o le habríamos mantenido en aquello que sabemos hace bien?, ¿le habríamos puesto los más difíciles retos o los más provechosos para nuestros intereses?
Si la empresa es poco competitiva, conformista y egoísta en el corto plazo los Gasoles emigrarán buscando nuevos retos. Yo no quiero ser Gasol porque quiero trabajar en una empresa que exija, desarrolle y acompañe en el camino hacia el éxito.
6 comentarios en «No quiero ser Gasol»
Este artículo es buenísimo y muchos directivos deberían, de leer la reflexión, y actuar.
Muy bueno. Muchos profesionales de las empresas deberían leer más artículos como este. Muchas gracias Lorenzo por tu aportación
Totalmente de acuerdo. La gestión y motivación del recurso más preciado de cada empresa no se puede hacer sólo pensando en el corto plazo. Muy buen artículo Lorenzo.
Una comparación muy ocurrente la de la situación de Gasol con el mundo laboral de a pie. Desde luego que la motivación en el trabajo es un pilar fundamental para el buen desarrollo de un profesional, y los responsables de rrhh en las empresas deben saber cómo hacerlo para que sus trabajadores crezcan y con ellos las empresas. Buen artículo!
Absoluntamente de acuerdo, la constancia engrandece el aprendidaje, la motivación impulsa nuevos retos y ello nos hace conquistar nuestra satisfacción personal. Con todo ello proyectamos ilusión y transmitimos ejemplo para los que nos siguen.
Gracias Lorenzo por hacernos parar y reconducir el camino.
Muy bueno el artículo Lorenzo, a diferencia de otros deportistas (y no deportistas) es un gran profesional, que lo da todo en cada equipo en el que está, discreto, con gran autoconfianza y que a pesar de que a veces no ha sido apreciado (a su hermano el Barça lo cedió al Girona) ha sabido reinventarse. Gracias por traer un ejemplo tan claro de lo que debe ser la actitud hacia el trabajo e intentar ser un buen profesional, en los éxitos y en los fracasos.
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