Gran parte de nuestra jornada diaria transcurre en el trabajo. Pasamos suficientes horas en él como para que sea considerado una de las principales fuentes de estrés a las que se enfrenta el ser humano.
El término estrés laboral está a la orden del día, lo hemos escuchado innumerables veces y todos en mayor o menor medida nos vemos reflejados en él. El presentismo y el absentismo se señalan como consecuencias directas. También resuena en nuestros oídos el coste que supone para las empresas y para el estado, la presencia de este molesto compañero laboral.
Sin embargo, prácticamente la totalidad de los estudios se centran en las consecuencias psicológicas de la exposición prolongada a estresores laborales. Pero… ¿qué ocurre en los accidentes laborales? ¿Qué consecuencias tiene para los trabajadores un suceso único en el tiempo, pero altamente traumatizante?
Comenzábamos con porcentajes asociados al estrés laboral, pero lo que pocos saben, es que el 100% de personas implicadas en accidentes laborales, directa o indirectamente, y sus familiares padecerán consecuencias psicológicas independientemente de los daños físicos sufridos.
La preocupación creciente por la calidad de vida laboral hace que no se pueda pasar por alto el término Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT).
Se ha señalado que el TEPT puede representar «una de las más severas e incapacitantes formas de estrés humano conocido».
La base sobre la que se asienta es la vivencia de un acontecimiento traumático en la que se haya visto peligrar la vida de uno mismo o de otros, es decir, puede estar presente tanto en trabajadores que son las víctimas directas de un suceso, como para aquel que ha sido un mero espectador.
La sintomatología que podemos observar en estas personas es:
– aturdimiento o embotamiento,
– ansiedad,
– amnesia temporal,
– sensación de irrealidad,
– experimentación de lo ocurrido
– pesadillas,
– ansiedad extrema al entrar en contacto con personas o lugares relacionados con el acontecimiento traumático,
– miedo incontrolable a la posibilidad de que se vuelva a repetir…
Estos daños psicológicos, asociados a cualquier acontecimiento traumático, y que no son siempre visibles, son a veces infravalorados, pero tienen el poder suficiente para modificar la cotidianidad de la persona afectada, impidiendo un retorno natural a su día a día y afectando a todo su entorno, tanto familiar como laboral.
Por este motivo, la asistencia psicológica inmediata se torna imprescindible en tres niveles:
– prevenir la aparición de estos síntomas asociados a la exposición a un accidente laboral (prevención primaria)
– dar una contención psicofísica adecuada en el suceso , enseñando a los trabajadores y a los mandos intermedios a qué hacer/no hacer en estas situaciones (prevención secundaria)
– paliar las complicaciones que puedan surgir una vez que ya se han dado estas reacciones de estrés postraumático (prevención terciaria)
En nuestra experiencia, la activación inmediata de un dispositivo de apoyo psicológico fácilmente accesible para los trabajadores, nos garantiza un espacio de contención inicial que sienta las bases de un buen pronóstico.
El objetivo es que el trabajador/es afectado/s puedan retornar a su día a día familiar y laboral, de manera eficaz, reduciendo los costes físicos, psicológicos y emocionales asociados a los accidentes laborales, y asumiendo de manera natural los cambios que se hayan podido producir en su entorno. Porque es posible, si se cuenta con el apoyo adecuado.
El objetivo es que el trabajador/es afectado/s puedan retornar a su día a día familiar y laboral, de manera eficaz, reduciendo los costes físicos, psicológicos y emocionales asociados a los accidentes laborales, y asumiendo de manera natural los cambios que se hayan podido producir en su entorno. Porque es posible, si se cuenta con el apoyo ade
Los comentarios están cerrados.