La Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) acaba de cerrar un proceso electoral en el que han concurrido dos candidaturas encabezadas por Juan Rosell y Antonio Garamendi. Ha sido finalmente el primero el que liderará esta gran patronal española durante los próximos cuatro años. Desde FEMEVAL le trasladamos nuestra más sincera enhorabuena, a la par que le deseamos una etapa llena de éxitos y, por qué no decirlo, de aciertos.
Y digo aciertos porque, últimamente, parece que ha dado pasos en falso que han deteriorado su imagen como confederación de confederaciones. Entre ellos, la salida a la luz de unos comportamientos poco éticos que para nada le benefician ni hacen honor a su trayectoria; el haber dejado de lado la proactividad para ir a remolque de ciertas políticas marcadas por otros y por haberse erigido en la voz de las grandes empresas en lugar de apostar por unas cada vez más vapuleadas pymes.
Juan Rosell tiene, a partir de ahora, la oportunidad de emprender un proyecto de renovación que permita a la CEOE recuperar la influencia, prestigio e independencia que ha ido perdiendo por el camino. Y para conseguirlo, deberá hacer de esta patronal una organización transparente, ágil y proactiva, pero sobre todo, cercana.
Transparente porque su credibilidad está en juego. Por eso, ahora más que nunca, la CEOE debe predicar con el ejemplo izando la bandera de la transparencia organizativa para evitar malas prácticas que nos pongan al resto de organizaciones en el punto de mira. Este es un pilar esencial para crear un entorno de confianza que sólo lo alcanzará favoreciendo el acceso libre a la información, con una comunicación abierta y con una mayor participación de todos los empresarios, con independencia de su tamaño.
Ágil, porque aún demostrando que tiene empuje y ganas de hacer, sigue arrastrando un carro con demasiada carga a la hora de adoptar decisiones. Así que la misma capacidad de respuesta que los mercados nos exigen a las empresas es la que le pedimos a los órganos de gobierno de la CEOE, porque la experiencia nos ha enseñado que las ventanas de las oportunidades tal y como se abren se vuelven a cerrar.
Queremos que sea también proactiva en su forma de actuar en defensa de los intereses de las empresas. Esto es, que no espere a que las cosas pasen para reaccionar, porque de su capacidad de anticipación depende nuestro futuro. Al respecto, Rosell tiene por delante el reto de sacar a nuestra cúpula de la zona de confort en la que está instalada para empezar a poner en valor la figura del empresario, que tanto ha denigrado la crisis.
Pero si algo pedimos a la CEOE es cercanía. Y para ello primero debe aprender a escuchar más y hablar en el mismo idioma de las Pymes, porque muchas cuestionan su papel y no sienten sus siglas como propias. Es un deber ineludible de esta patronal devolverles el protagonismo que merecen, y eso sólo lo conseguirá haciendo que ganen más peso dentro de la organización.
Esta es la CEOE que queremos los empresarios, sobre todo las pequeñas empresas, que no por nuestro reducido tamaño somos menos importantes. Una patronal que sea la casa de toda la sociedad civil y en la que nos sintamos cómodos e identificados. Es más, con la que podamos avanzar a la vez y en la misma dirección hacia la recuperación real de la economía. El testigo es suyo, Sr. Rosell
Los comentarios están cerrados.