«Somos lo que hacemos día a día, de modo que la Excelencia no es un acto, sino un hábito». Aristóteles (384 a. C. – 322 a. C.)
Hace unos días, me preguntaban qué relación había entre la Norma ISO 9004 y los Modelos de Excelencia, y si esta relación implicaba que existieran dos rutas para alcanzar la Excelencia. Sin lugar a dudas, me pareció una interesante cuestión.
En realidad habrá tantas rutas hacia la Excelencia, como se quieran definir. Como se suele decir: «todos los caminos llevan a Roma». Indudablemente unos serán más directos, otros darán más rodeos, unos tendrán un recorrido más sencillo, otros más abrupto… En cualquier caso habrá que buscar el que mejor se adapte a la realidad de la organización, y a sus necesidades.
Ambos estándares (Normas ISO y Modelos de Excelencia), aunque diferentes, están plenamente relacionados y sin lugar a dudas compatibilizan.
En su momento las normas ISO abrieron al mundo el concepto de Calidad organizacional, en el sentido más amplio de la palabra. Facilitaron mecanismos para la implantación de Sistemas de Gestión que permitieran alcanzar un determinado estándar de Calidad.
Los Modelos de Excelencia, por su parte, incorporaron como variable a tener en cuenta los procesos de medida y evaluación de los resultados, requiriendo que las organizaciones analizaran de forma sistemática los resultados obtenidos, en y para todas las partes interesadas.
Dado que no todas las empresas son iguales, ni su fin es el mismo, cada cual podrá tomar como guía la que mejor le sirva para alcanzar sus objetivos.
En cualquier caso, el principal camino hacia la Excelencia, es la mejora continua, el no estancarse, el seguir avanzando, las ganas de continuar progresando. Digamos que esa es la dirección que se debe tomar. Y luego tenemos herramientas, como pueden ser las normas ISO y los Modelos de Excelencia, que nos guían y nos ayudan a alcanzar esa Excelencia.
En un momento dado, podemos hacer una fuerte inversión, una reingeniería de procesos dentro de nuestra organización… En definitiva, un acto que nos haga dar un salto cualitativo y nos permita posicionarnos en un determinado nivel de Calidad.
Pero también podemos alcanzar ese nivel de Calidad, a través de pequeñas actuaciones constantes, de forma progresiva, pasito a pasito, y sin apenas darnos cuenta.
Esa segunda opción es la mejora continua. El hábito. El camino hacia la Excelencia.
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