28 de diciembre de 2024

¿Cómo debemos recibir los resultados de una evaluación 360º?

 

“El problema es que no escuchamos para comprender, escuchamos para responder”. Esta frase surgió hace unos días en linkedin o twitter (qué importa) entre los muchos impactos que aparecen cada día en la redes sociales. El caso es que viene al pelo para expresar lo que ocurre cuando se acomete un proyecto de evaluación 360º en cualquier corporación empresarial. Es cierto que la cita desvela muy pronto la conclusión, pero es importante atender a los detalles que tratamos de analizar a continuación sobre la reacción de los directivos ante el feedback de sus colaboradores, sus iguales y sus superiores.
Vaya por delante que existen excepciones realmente honrosas en las que lo que vamos a exponer no ocurre, pero en general la reacción del evaluado ante un 360º es, lamentablemente, de defensa y de justificación. Y es una pena, porque El 360º es una magnífica oportunidad para mejorar como profesional partiendo de la percepción que tienen de nosotros quienes trabajan cada día a nuestro lado.
No hace mucho leía un magnífico artículo de Carlos Herreros de las Cuevas (experto en Neurociencia aplicada al liderazgo y autor, entre otras obras, del libro ‘Neuromanagement’) titulado ‘Lideres límbicos’, en el que venía a explicar que “el líder límbico domina un sistema que le permite captar y modular las emociones de los mensajes que recibe y es capaz de devolverlos de forma matizada, razonada, equilibrada”. Es decir, que el líder límbico es capaz de manejar las amenazas del exterior con un “miedo apropiado” y no “descontrolado”. ¡Muy interesante!
Esto explica, por ausencia, lo observado en algunos directivos que adquieren una postura defensiva ante el Feedback 360º que reciben. Muchos de ellos tratan de justificar la evaluación recibida, se defienden de ella con respuestas que buscan el porqué de la evaluación eminentemente en circunstancias externas, en vez de recibir la información como una oportunidad de mejora o como una sugerencia para el cambio. Es cierto que puede ocurrir que la opinión de alguna persona sobre nosotros no siempre genere un interés por cambiar, pero la impresión recogida en los últimos proyectos 360º realizados es que el problema es de actitud.
Los expertos en Neurociencia lo explican a la perfección. Cuando recibimos cualquier estímulo, el sistema límbico (nuestro cerebro instintivo) es el que lo interpreta y lo procesa de dos maneras posibles: como amenaza o como oportunidad. Cuando nuestro cerebro percibe una amenaza nuestro comportamiento es eminentemente repetitivo y se basa en lo que tenemos grabado en el “disco duro” para sobrevivir instintivamente. Por eso es tan importante manejar las emociones ante un feedback de este tipo. Entenderlo como una amenaza y responder con una reacción emocionalmente instintiva y descontrolada disminuye notablemente las posibilidades de mejorar profesionalmente.
En el sentido contrario, afrontar un proyecto 360º desde una actitud apropiada significa entenderlo como una oportunidad. Cuando el Sistema Límbico detecta que el estímulo no es una agresión sino que es una oportunidad o recompensa, entra en acción nuestra corteza prefrontal, que es donde residen todas las cualidades que son tan bien valoradas en el ámbito profesional: el análisis, el razonamiento conceptual, las previsiones o la resolución de problemas, entre otras.
Por eso es tan crítico participar en una evaluación 360º desde una posición de oportunidad, y no de amenaza, porque esto nos permitirá decidir por nosotros mismos sobre el interés por cambiar comportamientos profesionales. Es imposible contentar a todo el mundo y puede que haya opiniones ‘contaminadas’ por sentimientos negativos que no debamos tener en cuenta. Incluso en estos casos, hasta podríamos plantearnos por qué generamos esa reacción. Pero lo más importante es no perder esa actitud de oportunidad que hará de la evaluación 360º una verdadera herramienta para impulsar mi propio desarrollo profesional.

“El problema es que no escuchamos para comprender, escuchamos para responder”. Esta frase surgió hace unos días en linkedin o twitter (qué importa) entre los muchos impactos que aparecen cada día en la redes sociales. El caso es que viene al pelo para expresar lo que ocurre cuando se acomete un proyecto de evaluación 360º en cualquier corporación empresarial. Es cierto que la cita desvela muy pronto la conclusión, pero es importante atender a los detalles que tratamos de analizar a continuación sobre la reacción de los directivos ante el feedback de sus colaboradores, sus iguales y sus superiores.

Vaya por delante que existen excepciones realmente honrosas en las que lo que vamos a exponer no ocurre, pero en general la reacción del evaluado ante un 360º es, lamentablemente, de defensa y de justificación. Y es una pena, porque El 360º es una magnífica oportunidad para mejorar como profesional partiendo de la percepción que tienen de nosotros quienes trabajan cada día a nuestro lado.

No hace mucho leía un magnífico artículo de Carlos Herreros de las Cuevas (experto en Neurociencia aplicada al liderazgo y autor, entre otras obras, del libro ‘Neuromanagement’) titulado ‘Lideres límbicos’, en el que venía a explicar que “el líder límbico domina un sistema que le permite captar y modular las emociones de los mensajes que recibe y es capaz de devolverlos de forma matizada, razonada, equilibrada”. Es decir, que el líder límbico es capaz de manejar las amenazas del exterior con un “miedo apropiado” y no “descontrolado”. ¡Muy interesante!

Esto explica, por ausencia, lo observado en algunos directivos que adquieren una postura defensiva ante el Feedback 360º que reciben. Muchos de ellos tratan de justificar la evaluación recibida, se defienden de ella con respuestas que buscan el porqué de la evaluación eminentemente en circunstancias externas, en vez de recibir la información como una oportunidad de mejora o como una sugerencia para el cambio. Es cierto que puede ocurrir que la opinión de alguna persona sobre nosotros no siempre genere un interés por cambiar, pero la impresión recogida en los últimos proyectos 360º realizados es que el problema es de actitud.

Los expertos en Neurociencia lo explican a la perfección. Cuando recibimos cualquier estímulo, el sistema límbico (nuestro cerebro instintivo) es el que lo interpreta y lo procesa de dos maneras posibles: como amenaza o como oportunidad. Cuando nuestro cerebro percibe una amenaza nuestro comportamiento es eminentemente repetitivo y se basa en lo que tenemos grabado en el “disco duro” para sobrevivir instintivamente. Por eso es tan importante manejar las emociones ante un feedback de este tipo. Entenderlo como una amenaza y responder con una reacción emocionalmente instintiva y descontrolada disminuye notablemente las posibilidades de mejorar profesionalmente.

En el sentido contrario, afrontar un proyecto 360º desde una actitud apropiada significa entenderlo como una oportunidad. Cuando el Sistema Límbico detecta que el estímulo no es una agresión sino que es una oportunidad o recompensa, entra en acción nuestra corteza prefrontal, que es donde residen todas las cualidades que son tan bien valoradas en el ámbito profesional: el análisis, el razonamiento conceptual, las previsiones o la resolución de problemas, entre otras.

Por eso es tan crítico participar en una evaluación 360º desde una posición de oportunidad, y no de amenaza, porque esto nos permitirá decidir por nosotros mismos sobre el interés por cambiar comportamientos profesionales. Es imposible contentar a todo el mundo y puede que haya opiniones ‘contaminadas’ por sentimientos negativos que no debamos tener en cuenta. Incluso en estos casos, hasta podríamos plantearnos por qué generamos esa reacción. Pero lo más importante es no perder esa actitud de oportunidad que hará de la evaluación 360º una verdadera herramienta para impulsar mi propio desarrollo profesional.

 

 

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