El culto, adoración, amor excesivo de uno mismo, junto a la emulación y deseo de algo que no se posee, son dos de los grandes males que padecen muchos directivos.
Y es que, España, es un país de ególatras y envidiosos.
El culto, adoración, amor excesivo de uno mismo, junto a la emulación y deseo de algo que no se posee, son dos de los grandes males que padecen muchos directivos.
Y es que, España, es un país de ególatras y envidiosos.
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