La integración de la mujer en el mercado laboral ha sido uno de los mayores avances sociales de la democracia en España. En el último trimestre de 2024, el número de trabajadoras alcanzó los 10,15 millones, la cifra más alta registrada por la Encuesta de Población Activa (EPA). Esto supone casi el triple de las mujeres ocupadas al inicio de la Transición y un 46,4% de la fuerza laboral, acercándose al 50,1% que representan en la población total.
Sin embargo, tras estos datos positivos sigue oculta una brecha de género que se manifiesta en desigualdades salariales y laborales.
Más allá de la brecha salarial, las mujeres enfrentan mayores tasas de desempleo, más temporalidad, precariedad y trabajos a tiempo parcial, lo que aumenta su riesgo de pobreza. Las responsabilidades del hogar y los cuidados no remunerados siguen recayendo sobre ellas, limitando sus oportunidades de desarrollo profesional.