El Quiet Quitting no consiste realmente en renunciar, sino en bajar el ritmo. Los que renuncian de forma silenciosa hacen su trabajo, por el mismo salario, el mismo reconocimiento, pero con menos estrés: cumplen con sus horarios y se ciñen a la descripción de su trabajo, ni más ni menos.
Algunas personas dirán que los que renuncian de forma silenciosa son simplemente perezosos. Pero se trata más bien de empleados profundamente desvinculados que ya no quieren definirse por su trabajo y optan por respetar el contrato que los une a la empresa, sin tratar de superar su rendimiento para obtener un ascenso o un aumento.
Esto significa que ya no se responde a los correos electrónicos fuera del horario de trabajo, ni se ayuda a los compañeros en otros proyectos, ni se asumen nuevas responsabilidades, ni se asume el trabajo de los demás. El trabajo ya no es la preocupación central de estos silenciosos que abandonan.