El síndrome de burnout puede derivar en consecuencias para la salud de la persona que lo padece, con la aparición de consecuencias físicas como puedan ser caída del cabello, contracturas musculares, problemas dermatológicos, cardiovasculares, digestivos, intestinales, sexuales o respiratorios, puede contribuir a padecer más enfermedades como resfriados e infecciones o puede manifestar consecuencias psicológicas con problemas emocionales y psicopatológicos, afectando a la autoestima, a la salud, al bienestar y a la calidad de vida de la persona.
También puede conducir a trastornos del estado del ánimo (como la depresión) y trastornos de ansiedad, o generar adicciones como el consumo de alcohol, tabaco u otras sustancias psicotrópicas o estupefacientes, adicción al juego o las compras compulsivas.
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