La situación económica actual y la incertidumbre del mercado laboral, así como la globalización y la movilidad del empleo han generado un entorno laboral volátil que tiene un impacto directo en la salud de los empleados, provocando fatiga, cansancio y malestar general. Estos efectos secundarios son especialmente notables en los mayores de 45 años debido a los miedos al despido y las inseguridades frente a los cambios generacionales. Todo ello, sumado al gran reto demográfico en el que la esperanza de vida y el envejecimiento de la población están modificando el mercado laboral, plantea un panorama que busca dar respuesta a la retención de aquellos empleados mayores de 45 años en las empresas.
Y es que, en 2020, la edad media de la población española era de 44,3 años, frente a los 37,6 años de 2001, mostrando una tendencia alcista del envejecimiento poblacional, así como indican los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Además, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estima que, para 2050, un tercio de los españoles tendrán más de 65 años. De esta forma, se pone de manifiesto la necesidad de las empresas de poner en valor los empleados mayores de 45 años, pues no contar con talento senior dificulta el traspaso de conocimiento y habilidades entre empleados nuevos y antiguos y convirtiéndose en uno de los mayores retos en la actualidad.
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