Hoy, el concepto de emprendimiento ha cambiado, motivado por la irrupción de la tecnología e Internet. Los ingredientes de base continúan siendo los mismos, pero el alcance del negocio va mucho más allá del comercio de barrio o de abrir delegaciones en otras ciudades. Hoy, emprender supone buscar nuevos modelos de negocio, en muchos casos de base tecnológica, y poder acceder a un mercado global. Y para ello, para escalar una empresa, hace falta financiación (así como para atraer y retener el talento necesario para asumir el reto). Y hace falta que los inversores confíen en su potencial y la apoyen en ese camino, incluso cuando, aunque todo vaya bien, saben que durante varios años no van a recibir beneficios.
El problema es que, en la actualidad, la difícil coyuntura económica está suponiendo un freno a la inversión en startups, como se denomina a las empresas emergentes con un modelo de negocio innovador y escalable. Y todas las fuentes de información apuntan a un fuerte descenso en el volumen de inversiones en empresas tecnológicas en el primer trimestre de 2023 respecto al mismo periodo del año anterior.
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