El papel sigue arraigado en muchos procesos de negocio, incluidos los relacionados con registros de clientes y empleados: el 52% de las empresas aún no ha digitalizado por completo las nóminas y el 69% sigue almacenando los documentos contractuales en papel.
Aunque algunas copias en papel de archivos importantes, como registros de clientes, contratos y documentos de identificación, se destruyen de forma segura (10%), el 41% de los documentos en papel se queda desperdigado por la oficina, lo cual es un riesgo potencial de seguridad. Además, casi una cuarta parte (22%) de los encuestados afirma que prefiere el papel a lo digital por motivos de seguridad, por lo que parece que existe una gran desconexión entre esta percepción y los riesgos asociados a los formatos digitales y físicos.
Nos encontramos en un momento en el que la Covid, el fenómeno de la Gran Dimisión y el aumento de costes han cambiado el enfoque de la transformación digital. Según el informe sobre inteligencia organizacional 2020 de Fujitsu, realizado por PFU, esa digitalización tenía como impulsores la eficiencia y la rentabilidad, pero en 2022 la balanza se ha inclinado más hacia la agilidad del negocio y a tener una infraestructura de TI flexible que permita hacer frente a imprevistos (53%).
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