No delegar también es uno de los errores que más cometemos en el trabajo y que afecta a nuestra salud mental. No delegamos porque nos cuesta confiar en los compañeros, porque somos muy perfeccionistas o porque queremos tener el control de todo.
Y esto, acaba dañando nuestro trabajo y nuestro rendimiento (además de las relaciones con los demás). Sin hablar de la gran carga de trabajo que asumimos (lo cual genera estrés), y que muchas veces no tendríamos ni por qué asumir.
Por ello, aunque está claro que no todo puedes delegarlo, te animamos a optar por empezar a delegar pequeñas tareas en las personas en las que más confíes; suelta el control, y recupera poco a poco la confianza en los demás. Los demás también pueden hacerlo igual de bien (o incluso mejor) que tú, y no pasa nada. Recuerda que todos somos buenos en algo.
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