Uno de los grandes demonios de la vida profesional de cualquier persona es que la rutina principal consista en anhelar que llegue el viernes, anhelar que llegue un puente, unas vacaciones, y vuelta a empezar. Esto indica una enorme disfunción a nivel corporativo pero también pone el acento en una enorme experiencia de insatisfacción en las personas.
Es importante ayudar al empleado a no considerar que su vida laboral es esa cosa gris que sucede entre vacaciones y vacaciones o entre fines de semana y que conviene quitarse de encima a toda costa, pasando de puntillas por ella y que acabe cuanto antes.
Lo que estimula laboralmente a cada cual es algo bastante personal, por lo que conviene que los responsables de Recursos Humanos no se aferren a recetas generales o prefabricadas. Importante para las empresas: detectar qué factores hacen que la “estimulación” del trabajador descienda, es decir, que su experiencia como empleado sea menos satisfactoria. Lo contrario es comenzar la casa por el tejado. Escuchar qué dice la gente acerca de sus necesidades, qué ideas de mejora tiene sobre el funcionamiento de la compañía, de qué se quejan.
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