¿Se debería valorar las necesidades de conciliación de la vida laboral y personal de las personas solteras, además de las familias? La respuesta es sí. Un 78% considera que se tiene menos en cuenta la conciliación en personas que viven solas que aquellas que viven en pareja o tienen hijos, según el último análisis de tendencias y percepciones del Observatorio Alares.
Una de las conclusiones es que el estado civil ha influido siempre en la inclusión de determinados colectivos. A la tradicional discriminación por motivos de maternidad, lo cual está prohibido por ley, se une otra nueva que tiene que ver con el aumento de personas mayores que viven solas. Dichos sesgos se manifiestan en cosas como: incremento de horas extra y cargas de trabajo en personas que no tienen que dedicar su tiempo al cuidado de sus hijos, menos predisposición a la hora de asignar vacaciones a personas que no tienen que coordinarlas con su pareja o menos flexibilidad a la hora de conceder días libres o asuntos propios a aquellas personas que no están casadas. Muchos de estos estereotipos se unen a otros aspectos relacionados con la diversidad, como, por ejemplo, el género, siendo una doble discriminación la que sufren las mujeres (mujer y soltera).
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