Uno de los primeros síntomas del burnout consiste en una sensación de agotamiento emocional que se expresa en forma de fatiga física y mental, o con síntomas difusos de dolor ubicados en diferentes zonas del cuerpo, especialmente en la cabeza y la espalda. También es frecuente que se vea comprometida la motivación por acudir al trabajo y que la persona que lo sufre se sienta atrapada o desesperanzada.
Otro claro síntoma de burnout es la sensación de no realización como individuos, es decir, dejar de percibir que el trabajo aporta valor a la construcción de las metas y objetivos vitales. Este hecho supone una disonancia cognitiva pronunciada, puesto que, a pesar de dedicar al trabajo gran cantidad de recursos, se ostenta la creencia de que no conduce a la felicidad. Así, la necesidad de mantener el empleo convive entonces con el deseo de abandonarlo, dos escenarios afectivamente incompatibles cuya cohabitación precipita un cuestionamiento constante de lo que hacemos con nuestro valioso tiempo.
Los comentarios están cerrados.