La acelerada digitalización que han vivido las empresas durante los casi dos últimos años ha provocado una situación de hiperconectividad que está afectando tanto a la vida personal como laboral de los empleados. Esta conexión permanente a dispositivos tecnológicos (smartphones, ordenadores portátiles, smartwatches…), expone a los trabajadores a una multitud constante de estímulos como emails, mensajes y notificaciones, y en el ámbito profesional se traduce en constantes impactos durante y después de la jornada laboral para atender, la mayor parte de las veces, cosas que no son urgentes en ese momento, ni incluso más tarde.
Pero hablar de hiperconectividad no es solo hablar de tiempo, sino también de salud mental, ya que una conexión permanente con las pantallas provoca insomnio, irritabilidad, mal humor, desmotivación, agotamiento mental, falta de energía y menor rendimiento laboral, según ha advertido el Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo.
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