El estigma que existe en torno a la discapacidad de tipo mental, fuertemente enquistado, constituye un gran freno para su inclusión laboral. En el imaginario social, las personas con estas discapacidades pueden ser “conflictivas”, “peligrosas” o “impredecibles” y, por tanto, tienden a ser infravaloradas y rechazadas. Una realidad que se traslada a las empresas en forma de prejuicios relacionados con su valía profesionaly que frena su contratación.
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