Todo lo bueno se acaba. Se acerca el final del verano, lo que significa decir adiós a las vacaciones. Es la hora de preparar las maletas para volver a casa, al mundo real. De nuevo, la vuelta al cole, a la oficina o a la mesa del despacho de casa. Septiembre es, sin duda, el mes por excelencia para el llamado síndrome posvacacional.
En general, el síndrome o depresión posvacacional surge ante un cambio brusco en la rutina y por la vuelta a las obligaciones después de un periodo largo de tranquilidad y descanso. Aunque hay mucho debate sobre si realmente es un síndrome o simplemente un desajuste en nuestra rutina, lo cierto es que sus síntomas afectan mucho. En torno a 6 de cada 10 trabajadores sufren cansancio, cambios de humor, insomnio, tristeza, malestar o falta de concentración. Algunos de ellos consiguen reducir los síntomas el primer o el segundo día de trabajo; otros los arrastran hasta dos semanas.
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