Algunos prefieren que llueve, que truene… incluso que nieve en pleno confinamiento. De esa manera, estar en casa no se les hace tan duro. Pero otros -entre los que me incluyo- no nos gusta el mal tiempo. No por no considerar necesaria e imprescindible la lluvia, sino porque en estos días encerrados, con tantas malas noticias en la calle y en los medios de comunicación, los días grises y el mal tiempo hacen que el día sea más duro. Sí, lo sabemos, solo se ve por la ventana, pero estar trabajando con la ventana abierta y recibir unos rayos de sol es impagable.
Además, para aquellos que siguen trabajando de forma presencial, más todavía los que trabajan en exteriores, la lluvia suele ser un impedimento.
¡Los pequeños caprichos del confinamiento!
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