Ya en sí misma es una festividad que evoca un suceso, trágico, este año aún más, ya que a la normal tristeza añadimos la pandemia.
Estamos tristes por los muertos, los enfermos, el coronavirus. Por la incertidumbre económica y laboral, los negocios cerrados, los ERTEs, los despidos y las pérdidas económicas.
Porque no podremos aprovechar el buen tiempo en una terraza, con amigos, o acudir al pueblo a visitar a nuestra familia.
Porque no podremos viajar, ni a la playa, ni a la montaña, ni por Europa, Asia o América.
Porque no habrá procesiones, ni misas, ni música…
Porque tenemos la libertad bastante más restringida que de lo normal.
¡Saldremos de esta, de momento, en casa!
Los comentarios están cerrados.