En cuanto caen dos gotas y, además, es lunes, ya se sabe: ciudades colapsadas, atascos monumentales y llegadas tardías a las oficinas.
Y estrés, mucho estrés.
En cuanto caen dos gotas y, además, es lunes, ya se sabe: ciudades colapsadas, atascos monumentales y llegadas tardías a las oficinas.
Y estrés, mucho estrés.
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