En un contexto de envejecimiento sin precedentes, la Fundación Adecco reivindica el talento sénior (población activa mayor de 50 años) como vector estratégico de competitividad, siendo su discriminación un absoluto contrasentido.
Algunas razones de peso para que la Administración Pública, las empresas y la sociedad pongan en valor a la fuerza laboral más veterana se concretan en las siguientes:
- Empresas más competitivas en el contexto “silver economy”. No solo los empleados: todos los grupos de interés tienen una media de edad cada vez mayor: accionistas, consumidores, clientes, comunidad local, etc. Si las empresas se liberan de etiquetas, prejuicios y estereotipos anacrónicos asociados a la edad (por ejemplo, obsolescencia habilidades o menor energía y dinamismo), se desenvolverán mucho mejor en un mercado dominado por “los silvers”, obteniendo una oportunidad de crecimiento económico y, en definitiva, una ventaja competitiva.
- Talento vinculado a la riqueza experiencial y cognitiva de las personas sénior. No es la edad en sí misma, sino el bagaje de experiencias que habitualmente atesoran las personas mayores de 50 años, y que les refuerza en valores como la madurez, el pensamiento crítico, la resolución de problemas o las habilidades de comunicación, convirtiéndose en una fuerza laboral de gran valor.
- Justicia social. Las personas sénior han desempeñado un papel clave en el desarrollo de nuestra historia reciente, contribuyendo al desarrollo de las sociedades en periodos de expansión, recesión, cambios demográficos o revolución tecnológica.
- Competitividad y sostenibilidad. La población activa mayor de 50 años ya alcanza el 34% (hace una década eran el 25%) y, en un escenario de envejecimiento imparable, su proporción seguirá incrementándose en las próximas décadas. Es evidente que renunciar a una fuerza laboral creciente y dominante va en detrimento de la competitividad y la sostenibilidad de las empresas y del país en su conjunto.
- Envejecimiento activo y saludable. La apuesta por el talento sénior no ha de entenderse únicamente como un asunto económico, sino como un factor crítico para promover un envejecimiento saludable y activo, teniendo en cuenta que el desempleo, especialmente cuando se prolonga en el tiempo, es uno de los grandes disparadores de problemas de salud mental (depresión, estrés, etc.) cada vez más frecuentes entre los desempleados mayores de 50 años, que pueden ver mermado su sentimiento de identidad y propósito, además de desarrollar importantes preocupaciones financieras, a medida que se acercan a la edad de jubilación.
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