Las miles de personas que participaron en las tareas de rescate en la Zona Cero tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 siguen presentando una alta incidencia de problemas de salud, principalmente respiratorios y psicológicos cinco años después del siniestro.
Sinusitis, faringitis, asma, depresiones crónicas, trastornos de estrés postraumático e incluso acidez de estómago, provocada por la ingestión de materias corrosivas en el aire, como el cemento, son algunas de las enfermedades más corrientes entre esos pacientes.
Tres cuartas partes de los 2.019 pacientes tratados en el hospital Mount Sinai de Nueva York presentaban problemas respiratorios y la mitad de ellos psicológicos a fecha de febrero de 2006.
Policías, bomberos, obreros de la construcción, voluntarios y empleados sanitarios, entre otros, estuvieron expuestos durante semanas a una nube tóxica resultante de toneladas de polvo de cemento, amianto, cristal, plomo y otros metales pesados, además de carbono, hollín o sílice.
La inmensa mayoría no contaba con el equipamiento adecuado, como mascarillas, y quienes las tenían a veces no las usaban porque entorpecían la comunicación.
«Los problemas que sufrieron continúan hasta hoy (…) como resultado de todo a lo que estuvieron expuestos ahí», dijo este jueves en Nueva York el doctor Stephen Levin, que coordina un programa de atención a esas personas en el citado hospital.
Por si fuera poco, recordó Levin, muchos de ellos no estaban preparados psicológicamente para lidiar con los restos humanos que iban apareciendo y con el impacto emocional de la tragedia.
Levin acusó a las autoridades estadounidense de haber contribuido a agravar el problema por razones políticas.
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