Después de comparar el trabajo en una pantalla de Apple de 30 pulgadas con otra de Samsung, de 17 pulgadas y menor resolución, la investigación concluye que los empleados con pantallas más grandes pueden llegar a aumentar su productividad incluso en un 50 o un 65%. Claro que cada pantalla cuesta 1.999 dólares, pero el estudio aclara que el coste se rentabilizaría en unos años.
Según el director de la consultora, Andreas Pfeiffer, esto se debe a que la pantalla de 30 pulgadas puede evitar tareas repetitivas como cambiar de ventana para pasar de una aplicación a otra, o agilizar tareas en las que los datos se mueven o se manipulan rápido. Por ejemplo, facilitaría pasar datos de Word a Excel o el tratamiento de imágenes con Adobe Photoshop.
“Hay una relación muy muy clara y fuerte entre el tamaño de la pantalla y la productividad”, afirma Pfeiffer, aunque admite que el comportamiento individual de que cada empleado también es un factor a tener en cuenta: “Un usuario que insiste en utilizar los menús será más lento que uno que utiliza comandos de teclas, por ejemplo”.
Otros expertos, sin embargo, dudan de las conclusiones del estudio. Unos porque las cifras de resultados les parecen exageradas, y otros porque aseguran que lo que de verdad funciona no es tener una pantalla más grande: es tener dos pantallas.
Los comentarios están cerrados.