Un estudio sobre el riesgo de cáncer entre los trabajadores de varias fábricas de la compañía IBM en Estados Unidos ha visto la luz. Después de los intentos de la compañía por evitar que los datos se publicasen, el trabajo llevado a cabo por el doctor Richard Clapp (de la Universidad de Boston) ha aparecido esta semana en las páginas de la revista 'Environmental Health'.
El estudio analizó las causas de muerte de más de 32.000 personas que habían trabajado para esta compañía entre los años 1969 y 2001, y por un período al menos de cinco años. Sus datos fueron comparados con los de la población estadounidense media en esas mismas fechas.
La información sobre los trabajadores fue obtenida del llamado 'Fichero Corporativo de Mortalidad' de la propia IBM, al que el doctor Clapp tuvo acceso como perito de una demanda judicial en California. La disputa legal, finalmente desestimada, estaba relacionada con el aumento de muertes por cáncer registrado en una planta de IBM de fabricación de discos duros en la localidad de San Jose (EEUU).
El análisis que ahora publica este especialista indica que de los 27.272 fallecimientos de varones, 7.697 fueron por cáncer, una cifra superior a las 7.206 muertes 'esperadas' de acuerdo con las estadísticas nacionales. En el caso de las mujeres, esta enfermedad estaba detrás de 1.677 de los 4.669 decesos, cuando la media indicaba 1.454.
Debido a la procedencia de los ficheros (por mandato judicial), Clapp reconoce que no dispone de más información sobre otros factores de riesgo o antecedentes familiares o laborales que hubiesen podido incrementar el riesgo de tumores en estas personas. Y, admite, "tampoco se pueden relacionar estas muertes con ningún producto químico o exposición tóxica concreto".
Matizaciones
En su análisis, el único autor observa mayor incidencia de ciertos tumores -cerebrales, del sistema nervioso central, de mama y de riñón- entre los trabajadores manufactureros. Por el contrario, otros cánceres (esófago, estómago, cavidad oral, de pulmón o bronquios) así como otras causas de mortalidad diferentes del cáncer, enfermedades respiratorias, por ejemplo, fueron inferiores entre el personal en comparación con la media nacional.
IBM ha criticado la "inconsistente metodología" de este estudio y ha recordado que un análisis llevado a cabo entre 126.000 de sus empleados por la Universidad de Alabama no detectó este incremento de cáncer, sino, por el contrario, tasas más reducidas que la población general.
En opinión del epidemiólogo Albert Jovell, presidente del Foro Español de Pacientes, se trata de un buen estudio aunque introduce algunas matizaciones. "Como el propio investigador reconoce, no pudo disponer de toda la información que hubiese sido deseable. Se trata por tanto de una reinterpretación de los datos de que disponía; tal vez hubiese sido deseable la colaboración de la compañía para someter los datos a un debate público".
Por otro lado, señala, el grupo control (la población general) es mucho más heterogénea que la muestra, por lo que lo ideal hubiese sido comparar a estos trabajadores con empleados de otra empresa de un sector diferente. "Es un estudio que sí permite sospechar un cierto riesgo y que plantea un asunto que debería ser estudiado mediante una investigación directa", explica a elmundo.es. "Sin embargo, hay que leerlo con precaución porque no permite extraer conclusiones definitivas".
Por su parte, Miquel Porta, catedrático de Salud Pública de la Universidad Autónoma de Barcelona, insiste en declaraciones a elmundo.es que este trabajo no tiene ninguna relación con el caso del super ordenador 'Clara' de la Policía Nacional. "No se trata de usuarios, sino de trabajadores que fabricaban los ordenadores y que podían estar en contacto con disolventes, otros tóxicos o componentes electrónicos. Son condiciones de exposición radicalmente diferentes".
Cree que, pese a ser "bastante flojo", el trabajo "no es totalmente irrelevante". El estudio, admite Porta, "supone una cierta aproximación al problema" y él se muestra partidario de seguir estudiando el problema.
http://www.elmundo.es/elmundosalud/2006/10/19/oncologia/1161274842.html
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