Apenas entienden el idioma, pero han llegado con muchas ganas de trabajar. La construcción necesita obreros y encuentra en ellos la solución. Pero en demasiadas ocasiones, su falta de conocimiento del idioma, de las medidas de seguridad o la ilegalidad de sus contratos se traducen en accidentes laborales. "Si llegan con formación adecuada no hay ningún problema, pero éste surge cuando los empresarios realizan malas contrataciones, algo que ya hemos denunciado en numerosas ocasiones a la Inspección de Trabajo", dice el responsable de Acción Sindical de UGT, Manuel Morales.
El colectivo extranjero es uno de los más perjudicados por los accidentes de trabajo en las obras. Pero la radiografía de la siniestralidad laboral de la construcción se completa con más características. El accidentado es varón (en un 96 por ciento de las ocasiones), joven de entre 24 y 40 años, su nivel de escolarización es medio o bajo y el contrato es temporal. A ello, se suman las cuadrillas "multiétnicas que hay en el sector y en las que se hablan varios idiomas", según Agustín de los Riscos, director del Centro de Prevención de Riesgos Laborales de Málaga, basándose en datos de un estudio realizado por Comisiones Obreras, que retrata a los principales candidatos de la siniestralidad laboral malagueña. La tasa de siniestralidad en la construcción es del 12 por ciento, frente al 5 por ciento de media del resto de sectores.
"De cada 1.000 accidentes, hay al menos 65 que tienen un apellido extranjero", añade De los Riscos. Este "aluvión" de personas procedentes de otros países se suma al de profesionales de otros sectores productivos que acaban trabajando en la construcción. "Mucha gente cualificada de otras profesiones prefieren trabajar como peones, porque los salarios son más altos", añade el responsable del Centro de Prevención. Lo mismo ocurre con los estudiantes que quieren conseguir algo de dinero en diferentes temporadas, sobre todo la veraniega, "y otro tipo de personas que habitualmente no se contratarían, pero que debido a la escasez de trabajadores, se contratan". La formación de todos ellos es baja y la consecuencia es que son los principales objetivos de los accidentes.
Las empresas tienen la obligación de transmitir ese conocimiento a sus empleados, pero no todas lo hacen. "No pueden exponerlos a la muerte como se hace tan habitualmente. Tienen que poner medidas para protegerlos y eliminar las condiciones abusivas", denuncia De los Riscos. Aunque son también los trabajadores los que deben exigir sus derechos y cumplir con sus obligaciones pidiendo a la empresa todas las medidas de seguridad (desde un casco hasta los arneses pasando por ropa y calzado específico) y hacer uso de ellas.
Otras de las características de la siniestralidad laboral es que casi todos los accidentes se producen en empresas que no pasan de los 25 trabajadores. Para los sindicatos éste es el principal efecto de la excesiva subcontratación. "Una empresa contrata a otra, ésta a la siguiente y así varias veces porque así le cuesta más barato. Pero lo que recortan es en seguridad y formación y es un gran peligro", añade Manuel Morales. "Las grandes empresas tienen menos profesionales. Los encargados, los gruístas y poco más, pero el peonaje es de las más pequeñas", explica Francisco Díaz, responsable de Salud Laboral en Construcción de Comisiones Obreras.
En cuanto a la tipología de los accidentes, la mayoría ocurren por caídas a distinto nivel o aplastamiento, como en el caso de las zanjas. Sin embargo, este año la tendencia ha cambiado y en la mayoría de ocasiones han tenido lugar por vuelco de la maquinaria. "Hemos detectado que en casi todos los casos los que fallecen al utilizar una máquina en la obra no tenían experiencia. Son personas que llevan muy poco tiempo con ellas, no han pasado un curso y no saben reaccionar bien y rápido a cualquier incidente", añade Díaz. Por ello, los responsables sindicales solicitan que, igual que pasó con los gruístas –que ya necesitan un carné profesional para manejarlas– otro tipo de maquinarias requieran una licencia para poder utilizarlas.
Para el delegado de Empleo de la Junta de Andalucía, Juan Carlos Lomeña, es "de vital importancia" tener conocimiento de los accidentes laborales que se producen. "Hay que hacer un estudio de cada uno, porque eso permite saber los detalles y cambiar la metodología en lo posible para evitar que vuelvan a ocurrir", asegura el responsable de Empleo. "Hay que insistir en que cualquier cosa que pase es importante. Un incidente que, a priori, no tiene importancia, también debe investigarse", explica Lomeña.
Los comentarios están cerrados.