Durante muchos años, los estudiantes que alegaban compaginar trabajo y estudios para pedir una fecha de examen alternativa, un trabajo con el que convalidadr las prácticas perdidas o la condonación de sus ausencias en la lista de clase eran considerados caraduras que querían rodear el listón de la exigencia académica. Como tales, quedaban a expensas de la condescendencia del profesor.
Los tiempos han cambiado, el alumnado ha sufrido un descalabro en los últimos años y el sistema universitario español ha optado por la flexibilidad para no perder al sector currante de su potencial clientela.
A partir del curso 2008-2009, cuando está previsto que empiecen a impartirse las nuevas titulaciones adaptadas al Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), las universidades españolas tendrán que dar facilidades a todos los alumnos que quieran trabajar e hincar los codos a la vez. Así se recoge en la propuesta para la elaboración de títulos universitarios de grado y máster presentada por el Ministerio de Educación y Ciencia el pasado 21 de diciembre de 2006 y que próximamente empezará a debatirse en el Consejo de Coordinación Universitaria.
Dicho documento afirma literalmente que «la organización de las enseñanzas debe permitir a los estudiantes optar por cursar los estudios en dedicación a tiempo parcial», aunque inmediatamente después de aclarar que «el diseño de un plan de estudios conducente a un título debe estar hecho de manera que pueda ser cursado en el tiempo previsto por la mayoría de los estudiantes a tiempo completo».
En ese mismo sentido, el artículo 44 del dictamen sobre la reforma de la Ley Orgánica de Universidades (LOU), también aprobado en diciembre por el Congreso de los Diputados, ya reconocía el derecho de los estudiantes a recibir «una atención académica que permita hacer compatibles sus estudios con la actividad laboral».
En realidad, el Espacio Europeo ya ofrecía la posibilidad de cursar estudios a tiempo parcial, ya que ningún documento recoge la obligación de matricularse en el total de los 60 créditos establecido para cada uno de los cuatro años de las nuevas carreras. La novedad, por tanto, es el amparo legal que se da a los estudiantes que reclamen flexibilidad a sus profesores o a sus centros por motivos laborales.
«Me parece un poco contradictorio con el espíritu general de la convergencia el establecer esta dicotomía entre presencialidad y no presencialidad», afirma Miguel Zabalza, catedrático de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de Santiago de Compostela. «Uno de los principios de la convergencia es que lo importante es que los alumnos aprendan, no importa dónde o con quién, y que la labor de la Universidad es acreditar, al final, que dominan las competencias adscritas a un perfil profesional», añade.
El curso 2009-2010 será el último en el que puedan impartirse las actuales titulaciones de licenciado, diplomado, arquitecto, ingeniero, arquitecto técnico e ingeniero técnico para estudiantes universitarios de nuevo ingreso.
En cambio, quienes estén cursando por entonces las actuales enseñanzas tendrán derecho a continuar hasta terminarlas, ya que la homologación y la validez de su título estará garantizada tras la implantación del Espacio Europeo de Educación Superior. Según el calendario previsto por el Ministerio de Educación y Ciencia, en el curso 2008-2009 se empezarán a impartir los primeros títulos de grado.
Una de las sorpresas que ha introducido la propuesta de directrices es que incluye la mínima reglamentación a que deberán atenerse los nuevos máster públicos y oficiales. Por ejemplo, se establece que las posibles prácticas externas que exijan o posibiliten las universidades no podrán extenderse más del 50% de la duración total. Es decir, 30 créditos por curso. Igualmente, el proyecto final pesará entre un 10% y un 25% de los créditos.
El análisis de Zabalza coincide con el de Antonio Bolívar, también catedrático de Didáctica y Organización Escolar, aunque de la Universidad de Granada, al hacer hincapié en la adquisición de competencias. «No sólo me parece bien, sino necesario, pensando en el futuro inmediato, posibilitar el estudio a tiempo parcial», confiesa, convencido de que esto «no supone discriminación alguna con los que no trabajan». En opinión de Bolívar, «unos y otros deberán mostrar que han adquirido determinadas competencias, no sólo por haberlas cursado, también por la propia experiencia laboral».
PRÁCTICAS. De hecho, según Miguel Ángel Zabalza, «se deberían buscar herramientas que permitan a un estudiante trabajar por su cuenta, como las guías docentes y la virtualización de las enseñanzas», aunque sostiene que «determinadas actividades deben seguir siendo obligatorias y que los alumnos sepan que no pueden faltar salvo causa mayor, como el caso de las prácticas de ciencias».
Pero más allá del refuerzo al estudio a tiempo parcial, la propuesta de directrices presentada por el Gobierno es un documento muy genérico, porque se ha concebido para que pueda ser de aplicación tanto en los grados como en los máster y no queda muy claro en qué puntos será vinculante y obligatorio para las universidades.
Además, pasa de puntillas o se omiten algunos de los aspectos fundamentales. Principalmente, se menciona un anexo en el que se incluirán los contenidos básicos para cada rama de conocimiento, pero la elaboración de dicho anexo se deja para las subcomisiones del Consejo de Coordinación Universitaria. Para este mismo órgano se deja la concreción de algunos puntos, como las ramas de conocimiento en que se estructurarán las carreras, con la intención de que ocultar la mano del MEC en las medidas polémicas.
De hecho, el secretario de Estado de Universidades e Investigación, Miguel Ángel Quintanilla, esperó al 21 de diciembre, cuando apenas había ya actividad en los centros, para presentar este esperado documento. «Estas directrices difieren bastante de las que había hasta ahora, ya que no siguen un esquema administrativo, sino que recogen cómo pensamos que se deben elaborar los planes de estudios», explicó en rueda de prensa Quintanilla, quien aclaró que «un plan de estudios es un contrato con la sociedad, por el cual la universidad se compromete a ofrecer un sistema de aprendizaje en competencias con unas ciertas garantías de calidad».
Teniendo en cuenta ese enfoque, estas son algunas de las novedades introducidas.
CONTENIDOS COMUNES
Si en la 'hoja de ruta' de la convergencia presentada en septiembre se reducían a 60 créditos de formación básica los contenidos para cada rama de conocimiento, ahora se corrige que al menos el 60% de ellos «deberán estar vinculados a algunas de la materias que figuren en el anexo». El resto queda al albur de cada universidad. Por tanto, la troncalidad se reduce, en el peor de los casos, al 15%.
OBJETIVOS
La adquisición de competencias por parte de los alumnos pasa a ser el objetivo prioritario al que deben estar orientados los métodos de enseñanza. También se dice que las carreras «deben tener como objetivo la amplia empleabilidad de sus titulados.
REFERENTES
Como aval para justificar los nuevos planes de estudios servirán los libros blancos elaborados por la ANECA, las carreras ya existentes o los informes de asociaciones o colegios profesionales nacionales, europeas o internacionales.
OPTATIVAS
Dicen las directrices presentadas que «los estudiantes podrán elegir materias optativas por una extensión de entre 30 y 60 créditos, de una oferta mínima del doble y máxima del triple de materias.
PRÁCTICAS EXTERNAS
El Ministerio ha establecido un máximo de duración para el 'practicum' que podrán exigir o posibilitar los planes de estudios. «Tendrán una extensión máxima de 60 créditos ECTS y deberán ofrecerse en los últimos dos cursos académicos», ha estipulado.
PROYECTO FINAL
Del mismo modo, se han afinado los parámetros para el proyecto de fin de carrera: «Tendrá una extensión mínima de seis y máxima de 30 créditos», «deberá realizarse «en el último curso y será evaluado una vez que el estudiante haya superado el resto de evaluaciones previstas». Además, «deberá estar orientado a la evaluación de las competencias generales asociadas a la titulación».
EXTENSIÓN ACADÉMICA
Finalmente, las actividades de extensión académica (deporte, cultura, cooperación…) podrán premiarse con hasta seis créditos.
El curso 2009-2010 será el último en el que puedan impartirse las actuales titulaciones de licenciado, diplomado, arquitecto, ingeniero, arquitecto técnico e ingeniero técnico para estudiantes universitarios de nuevo ingreso. En cambio, quienes estén cursando por entonces las actuales enseñanzas tendrán derecho a continuar hasta terminarlas, ya que la homologación y la validez de su título estará garantizada tras la implantación del Espacio Europeo de Educación Superior. Según el calendario previsto por el Ministerio de Educación y Ciencia, en el curso 2008-2009 se empezarán a impartir los primeros títulos de grado.
Una de las sorpresas que ha introducido la propuesta de directrices es que incluye la mínima reglamentación a que deberán atenerse los nuevos máster públicos y oficiales. Por ejemplo, se establece que las posibles prácticas externas que exijan o posibiliten las universidades no podrán extenderse más del 50% de la duración total. Es decir, 30 créditos por curso. Igualmente, el proyecto final pesará entre un 10% y un 25% de los créditos. JUANJO BECERRA
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