Ironías de la vida. La mayor parte del año la pasamos trabajando, algo que no siempre produce satisfacciones, pero sí mucho estrés. Y es cada vez más habitual que parte del dinero que ganamos con ese estrés lo gastemos en relajarnos.
Nada de largas caminatas, risas con los amigos y una escapada al cine. Hoy lo que se lleva es desestresarse en centros especializados. Y unos cuantos emprendedores han visto en ello un filón para montar un negocio.
La risoterapia
Como María Cruz García. Es presidenta de la Organización Mundial de la Risa y desde hace 11 años se dedica a dar cursos de risoterapia, y a formar a personal para que las empresas también tengan risoterapeutas ya que es en el ambiente laboral "donde se forman los picos más altos de estrés".
García asegura que la tendencia a incorporar en los departamentos de Recursos Humanos a profesionales de la risa empieza a ser frecuente. "Sirve tanto para los momentos buenos como para los malos, porque a la hora de los conflictos, la risa hace que saquemos lo mejor de nosotros mismos", comenta.
Matutano, Loewe y La Caixa son algunos de los clientes que han pasado por sus manos. ¿El precio? Entre 600 y 3.000 euros, dependiendo de los ejercicios y su duración. García afirma -entre risas, cómo no- que la risa tiene sus trucos. "Reírse pronunciando la e relaja el hígado", cuenta.
Liberar adrenalina destrozando coches
Pero algunos niveles de estrés no se curan con sonrisas. Los hay que sólo se relajan con auténticas descargas de adrenalina. Como las que ofrece Jorge Arribas con Stop Stress. Un negocio que surgió a raíz de una tragedia: "Sufrí un accidente, y mientras hice la rehabilitación pensé que llevaba muy mal lo de tener jefes. Y me dije: hay que montar algo raro".
La historia que sigue a continuación tampoco tiene desperdicio: "Un día, mientras aparcaba, pensé la gozada que tenía que ser destrozar un coche. Hablé con mis socios. Y se nos fue la olla", cuenta muerto de risa.
En 2003, nació la compañía, que con sede en Soria y franquicias en Galicia, Barcelona, Valencia y Madrid, ofrece a sus clientes una serie de servicios para volver a casa mejor que con una ración doble de tisanas: destrucción de coches -en 2006 se cargaron 60 vehículos-, catas gastronómicas e incluso sesiones de aullidos en medio del monte. "Eso lo aprendimos con un profesor de latín", cuenta Arribas.
Primero destrozan, luego abrazan
"Mucha gente, cuando destroza un coche, acaba dándonos abrazos", asegura Jorge Arribas. Como ese "gurú" de los RRHH que acabó como cualquier mortal, dando martillazos a un coche argumentando que "se le había olvidado saber descansar".
Arribas cuenta que el producto estrella de su compañía son las sesiones de música gospel, una terapia que cuesta unos 80 euros, aunque para los que tengan más presupuesto la cantidad puede dispararse hasta los 8.000 euros, que es lo que puede costar viajar desde Soria hasta Bristol en quad, con un crucero de por medio, estancias en casas victorianas y una vez allí, tener la posibilidad de volar en un avión de la Primera Guerra Mundial o montarse en un tanque.
Entre los últimos servicios incorporados destaca la colorterapia -pintar con las manos- y la ruidoterapia, que consiste, con la ayuda de un percusionista, en aporrear unos cuantos bidones de gasolina.
El método más conocido: los spas
Más conocidos pero no por ello menos exitosos son los spas. Los balnearios españoles generaron un volumen de negocio cercano a los 200 millones de euros en 2004, un 15 por ciento más respecto al ejercicio anterior, mientras que los spa urbanos, integrados o no en hoteles, movieron 51 millones en 2004, un 27,5 por ciento más, según los últimos datos disponibles de la consultora DBK.
Relajarium es una de las últimas incorporaciones en este segmento. Nacido en septiembre de 2006, ofrece sesiones de relajación con la ayuda de un profesional, almuerzos y meriendas también relajantes y hasta una inmersión en un flotarium que promete la misma sensación "que si estuvieras en la bañera de tu casa", asegura gabriel Arteche, uno de sus socios.
Con precios entre los 30 euros -el almuerzo- y los 180 euros que puede costar la matrícula mensual en Pilates… nunca relajarse fue tan caro.
Ángeles Caballero
Los comentarios están cerrados.